
Brindamos por el azar. Una
condición que se aparta de la previsibilidad, de la seguridad, de lo
establecido, de la rutina. Nos movimos por puro azar y, por puro azar,
terminamos cenando a muy pocas cuadras de tu casa. Durante el viaje hiciste una
llamada al teatro que nunca fue contestada y una llamada a Adriana que nos
indicó de manera correcta el lugar al que debíamos ir, pero claro, en ese
momento estábamos lindando, por puro azar, los muros del Cementerio de
Chacarita. Los minutos pasaban y la función de las 20 ya había empezado. Me
detuve en tres lugares para preguntar infructuosamente. El azar nos llevaba de
un lado al otro como un bote a la deriva. Hasta que al fin llegamos. Con una
película empezada hacía unos veinte minutos no era conveniente entrar a verla.
Nos volvimos. Me sentía desanimado por no haber llegado a tiempo, por no haber
complacido una hermosa idea tuya de ver una película italiana. Podría decir que
fue el azar, y fue por eso que después brindamos con la convicción de que
fuimos rehenes de su proceso totalmente aleatorio y espontáneo. Un azar
ontológico, el que cada uno de nosotros lleva incluido dentro de su propia
existencia. De pronto, Villa Urquiza se transformó en un laberinto borgeano; el
laberinto de Creta. Llamaste a Adriana para que nos diera el hilo conductor.
(Adriana-Ariadna). Un sugestivo anagrama que ya nos decía que estábamos en las
puertas del laberinto de Dédalo. ¿Estaría el Minotauro adentro del cine 25 de
Mayo?
Todo esto viene a
cuento por lo que te había comentado en Kentucky: cualquier situación puede ser
narrada como lo hace Karl Ove Knausgard sobre su vida en particular que, de
alguna manera, abarca a todas las vidas en general. Y otra vez Borges y su
famosa frase: “un hombre es todos los hombres”.
“La Grande Belleza” la
podremos ver en otra ocasión o conseguir el DVD, pero ese brindis azaroso
disparó esta pequeña historia que compartimos juntos, y esto no podría haberlo
escrito si no nos hubiésemos “perdido” por obra y gracia del azar en las
empedradas calles de Villa Urquiza. El azar nos hizo perder una película pero,
a mí por lo menos, me llevó a sentirme a gusto en esa burbuja que siempre
construimos alrededor nuestro, mientras desesperezabas con tu voz algunos
versos de Miguel Hernández, algunas anécdotas de Diana Bellessi, algunas
reflexiones y muchos proyectos.
Entonces, y para terminar,
nunca tan bien acertado tu brindis: “Por el azar” como broche dorado de un
viaje imprevisible.
PD: No te olvides que
entramos en el mes de Augusto en que todo lo que nace será brillante y
bienaventurado. Ayer fue una escapatoria. Entramos a un laberinto y pudimos
salir. Según Borges todos los que entran a uno de ellos salen muertos o heridos.
Yo me atrevería a una más: se puede salir ileso y radiante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario