Nueve
sobrecogedores relatos fantásticos, seleccionados entre las mejores narraciones
de los maestros del misterio y el espanto, desde el Romanticismo hasta hoy,
integran este volumen. La antología no ha sido concebida como una selección
hecha al azar ni tampoco con la única finalidad de agrupar algunas obras
destacadas, pues, aparte del mérito de reunir tan prestigiosos autores, se ha
pretendido dar fe de las distintas formas de alienación e instrumentalización a
que el hombre puede ser sometido por unos poderes de ficción que, tan a menudo,
parecen haber sido extraídos de la más palpitante actualidad. Sobre todo,
cuando tales poderes proceden de la más lóbrega cámara de los horrores, de la
más genuina galería de escritores malditos: Villiers de I´isle Adam, Edgar
Allan Poe, Becquer, Kafka, Akutagawa, Hoffmann, Polidori, Gerard de Nerval y
Maupassant.
Esto es lo que está
escrito en la contratapa de esta curiosa antología llamada “Narraciones fantásticas”
de la Biblioteca Universal Contemporánea Caralt, cuya segunda edición (1986) se
puede conseguir en la Avenida Corrientes a precio de saldo. Las acertadas traducciones
fueron hechas por los españoles Ramón Hervás (traductor de innumerables relatos
fantásticos) junto a Antonio Prometeo Moya, traductor, escritor y Licenciado en
Geografía e Historia /especialidad Historia del Arte) por la Universidad de Barcelona.
Lo curioso y gratificante de
esta antología es que acude a cuentos poco conocidos —al menos una gran parte
de ellos—y que, lejos de ser de relleno, están magistralmente escritos. También
podría llamarse “Antología de los escritores suicidas” ya que casi todos sufrieron,
a su manera, un fin parecido. Akutagawa se suicidó con veronal; De Nerval, se
colgó de uno de los picos de gas en la calle de la Vielle Lanterne; Polidori murió
tras tomar una dosis letal de ácido; Maupassant falleció lentamente tras llevar
una vida adicta al éter y el láudano; Poe hacia el alcohol, asumiendo, claro
está, que en estos últimos casos el suicidio viene dado más por un lento y
progresivo apego a sustancias nocivas que a una determinación consciente por
poner fin a sus atormentadas vidas.
El libro abre con “La Esperanza”,
cuento de Villiers de L´isle Adam (autor influenciado por Poe a través de su
amigo Baudelaire) que produce en su lectura un efecto claustrofóbico y
tenebroso. De repente podemos palpar el frío y húmedo piso de piedra del
cadalso en donde se encuentra Abarbanel, el prisionero del Gran inquisidor
Pedro Argues, que lo viene torturando en forma sistemática desde hace un año.
Una puerta abierta por descuido, el acceso impensable a los extensos jardines que lo llevarían a la libertad, la esperanza del título y el gran interrogante: ¿Logrará escapar? Un relato impecable. Solo tres páginas le llevó al autor para hacernos padecer los mismos temores que Abarbanel. Es por demás recomendable el video grabado por Alberto Laiseca en su ciclo “Cuentos de terror” en el que narra con total maestría este cuento.
Una puerta abierta por descuido, el acceso impensable a los extensos jardines que lo llevarían a la libertad, la esperanza del título y el gran interrogante: ¿Logrará escapar? Un relato impecable. Solo tres páginas le llevó al autor para hacernos padecer los mismos temores que Abarbanel. Es por demás recomendable el video grabado por Alberto Laiseca en su ciclo “Cuentos de terror” en el que narra con total maestría este cuento.
Es plausible que esta antología rescate la veta fantástica de Gustavo Adolfo Bécquer —símbolo romántico por excelencia—, que no solo es el autor de una
obra de excelsa belleza como sus famosas “Rimas”, sino que escribió esta pieza
inquietante.
“Maese Pérez, el organista”, es una historia en donde el hecho sobrenatural reside en la aparición del alma del músico tocando su viejo instrumento musical en un contexto tan familiar y cotidiano —indispensable en una trama fantástica— como lo era la Sevilla de aquellos tiempos.
“Maese Pérez, el organista”, es una historia en donde el hecho sobrenatural reside en la aparición del alma del músico tocando su viejo instrumento musical en un contexto tan familiar y cotidiano —indispensable en una trama fantástica— como lo era la Sevilla de aquellos tiempos.
Otra de las grandes
sorpresas es el de John William Polidori, el famoso médico de Lord Byron que luego
de haber compartido una estadía en la Villa Diodati —junto a Mary Shelley, Percy
Shelley y el mismo Lord Byron—, escribió su aterrador cuento “El Vampiro” —antecedente
del “Drácula” de Bram Stoker— inspirado en el propio Byron.
Por
aquel tiempo, en medio de la disipación del invierno londinense y entre las
numerosas reuniones a que la moda obligaba en la época, apareció un Lord aún
más notable por sus particularidades que por su rango.
Así comienza el relato de Polidori. Cualquier similitud con su viejo enemigo literario es
totalmente veraz.
Con respecto a “El
Horla”, cuento que Guy de Maupassant escribió en la casa de Flaubert, podemos decir que
anticipaba, de alguna manera, los rasgos de locura que lo iban a atormentar
durante toda su vida. Este relato se escribió entre 1886 y 1887, siglo al que
podríamos llamar el del auge de la literatura fantástica, ya que ese mismo año —1886— aparecen “El Doctor Jeckill y Míster Hyde” de Stevenson, los hermanos
Grimm repoblaban los bosques de duendes, gnomos, hadas y brujas, los vampiros
remontaban vuelo a partir de novelas como “Varney, el vampiro”, atribuida a James Malcom Rymer y la doctrina
del espiritismo, surgida en Francia a mediados del siglo, daba nuevo impulso
literario a las historias de fantasmas.
Una de las posibles
lecturas de “El Horla” podría llevarnos a considerarlo como el relato de un
proceso: el que va desde la aparición del fenómeno elemental hasta la aparición
del delirio; desde aquel interrogante sin pregunta en la que se enmarca el
pavoroso vacío. ¿Quién es el Horla? ¿De qué está hecho, qué quiere, de dónde
viene? Podría decirse, como asevera el psicoanalista Gabriel Hernández, que es
la historia de un hombre que se volvió loco por no creer en fantasmas.
“El consejero Krespel” es
una de las tantas historias de Hoffmann cuya obra literaria podemos decir que es
la transcripción poética de su actividad fantástica y alucinatoria que llevó a
cabo dirigiendo las sesiones de los hermanos del Club Serapión (¿antecedente
literario de El Club de la Serpiente de Cortázar?), una sociedad en donde sus
miembros contraían la obligación de relatarse las más escalofriantes historias de
horror y misterio. El cuento pertenece,
sin dudas, a una etapa extraordinariamente creativa de E.T.A. Hoffmann. En
aquel período escribiría muchos relatos de diversa naturaleza. “El
Consejero Krespel” es uno de los más extraños y fascinantes.
El atormentado Gerard de
Nerval aparece con “Pandora”, un relato basado en su amor por Jenny Colon,
actriz que lo rechaza y que lo lleva a su primera gran crisis de locura. Un
cuento de amor, de locura y de muerte, parafraseando a uno de los libros de otro
de los grandes cuentistas como lo fue Horacio Quiroga.
Y por fin llegamos a los autores
más conocidos como Edgar A. Poe y Franz Kafka, con “El caso del señor Valdemar
y “Un artista del hambre” respectivamente, sin olvidarnos de Akutagawa y “Los
engranajes”, cuento que junto con “Kappa” (no incluido en esta selección)
fueron escritos por el escritor japonés después de haber tomado la decisión de
suicidarse. No olvidemos que Akutagawa escribió esa maravilla que es "En el bosque", un relato sobre un asesinato que presenta múltiples focalizaciones; ideal para un estudio literario del punto de vista de las voces narrativas.
“Los engranajes” es una historia
sin argumento y sólida estructura que narra con pasmosa minuciosidad
fragmentos de la vida de un escritor que vive en un mundo desequilibrado,
poblado de alucinaciones y siniestros engranajes, que lentamente
lo van hundiendo en un abismo sin fondo.
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De Poe y Kafka huelgan las palabras. Nada podría decirse de ellos más que su literatura influyó, influye e influirá a generaciones enteras de escritores y poetas.
Sí podría comentarse, en cuanto al cuento de Kafka, que los artistas del hambre han existido realmente. Del siglo XVII al XX, en ferias, carnavales y tabernas, distintas personas pretendían llevar días, semanas o incluso años sin comer. Muchos de ellos explicaban su supervivencia aduciendo que eran alimentados directamente por Dios.
Normalmente estaban tumbados en una cama, muriendo lentamente mientras la gente se agolpaba a su alrededor para mirarlos. Quizá en algunos casos el motivo del ayuno era la fe, pero en la mayoría era una búsqueda directa de un beneficio material, un negocio del espectáculo, el show-business actual.
Un ejemplo de ello fue el caso de Ann Moore, La Maravilla Ayunadora de Tubury, que consiguió reunir 400 libras, una cantidad enorme, a comienzos del siglo XIX.
No
parece ser este el caso que narra Kafka en donde la historia está sujeta a
diferentes interpretaciones. Para algunos, Kafka habla sobre el ascetismo en
esa figura sacrificial con paralelismos con un ermitaño o un santo. Otros
consideran que es una alegoría del artista incomprendido cuya visión de sí
mismo y su obra, de su excelencia o de la trascendencia de su misión es
ignorada por el público y los empresarios artísticos. Algunos asimilan al
artista del hambre con el propio Kafka, como un artista alienado y solitario
que está cercano a su muerte. Conviene destacar que en la época en que escribió el cuento,
Kafka sufría una tuberculosis de la faringe que le dificultaba enormemente la
ingestión de alimentos y de la que moriría a los 40 años.
En
cuanto al relato de Poe, "La verdad sobre el caso del señor Valdemar"
(tal el título original) fue publicado simultáneamente en el número de
diciembre de 1845 de la American Review: A Whig Journal, y el de 20 de
diciembre del mismo año del Broadway Journal. Muchos lectores, tanto
en Londres como en Estados Unidos, llegaron a creer que la historia era en
realidad un reportaje periodístico, según recoge el propio Poe en sus Marginalia.
Robert
Collyer, un sanador inglés de visita en Boston, escribió a Poe afirmando que él mismo había llevado a
cabo un experimento semejante para reanimar a un hombre declarado difunto (aunque
en verdad el hombre resultó ser un marinero borracho, el cual había revivido tras
haber recibido un baño de agua caliente).
En
definitiva y para cerrar esta reseña, podemos decir que “Narraciones Fantásticas”
es un muy buen acercamiento a la literatura romántica del Siglo XIX a través de
nueve textos de misterio (antecedente del horror gótico) que, lejos de parecer una selección azarosa y
arbitraria, mantiene un hilo conductor: el de narrar, como dice en la
contratapa del libro, las distintas formas de alienación e instrumentalización
a que el hombre puede ser sometido por unos poderes de ficción que, tan a
menudo, parecen haber sido extraídos de la más palpitante actualidad.
Índice
La Esperanza – Villiers de
L’Isle Adam (1838 – 1889)
El Caso del Señor Valdemar
– Edgar A. Poe (1809 - 1849)
Maese Pérez, el organista
– Gustavo A. Bécquer (1836 – 1870)
Los engranajes – Ryunosuke
Akutagawa (1892 – 1927)
El artista del hambre-
Franz Kafka (1883 – 1924)
El Consejero Krespel –
E.T.A. Hoffmann (1776 – 1808)
Pandora – Gerard de Nerval
(1808 – 1885)
El Vampiro - John William
Polidori (1795 - 1821)
El Horla – Guy De
Maupassant (1850 – 1893)
Genial, Migue!!
ResponderEliminar¡Gracias Revista Qu!
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ResponderEliminarMuertas enamoradas es una recopilación de relatos fantásticos salidos de la pluma del mismísimo Théophile Gautier. En otras palabras: Muertas enamoradas es el resultado de una faceta poco conocida, la de cuentista https://reclamajusticia.es/que-es-el-neoclasicismo/