“La Guerra de los Mundos” fue escrita por Herbert G.
Wells en 1898. Si esta historia representa o cumple con los parámetros que “El
Arte de la Novela” de Henry James, la “Estética y Teoría de la Novela” de
Mijail Bajtín y la “Teoría de la Novela” de Georg Lukács propone, se podría dilucidar a través del siguiente análisis.
Tanto Bajtín y Lukács, teóricos, como James,
escritor, concuerdan en darle a la novela un carácter sociológico, ya sea a
través de la sociología tradicional o de la sociocrítica, es decir que, para
ellos y más allá de las corrientes de pensamiento que adoptan, el género en sí
está ligado a un elemento indivisible de todo ser humano: retratar el sistema
(es la pretensión de la novela) en donde habita.
A modo de presentación del autor inglés podríamos
realizar un breve repaso del entorno en donde se ubicaba el escritor al
publicar su novela y las motivaciones sociológicas que lo impulsaron a hacerlo.
Wells estaba influenciado por Thomas Henry Huxley,
un famoso biólogo de entonces y, a través de él, por una marcada devoción hacia
Darwin y su “Teoría de la Evolución”. Luego de publicar títulos que le valieron
éxito de crítica y público como “La máquina del tiempo” y “El hombre
invisible”, Wells pasó a formar parte de un prestigioso círculo literario, pero
nunca olvidó sus humildes orígenes ni las dificultades de una trayectoria
sacrificada. Formó parte —junto a Bernard Shaw, entre otros— de la Sociedad
Fabiana, cuyo objetivo era lograr el establecimiento de un sistema social más
justo.
Podemos inferir que Wells con su libro “la Guerra de
los Mundos” quiso mostrar, a través
de la ficción, una historia netamente sociológica.
Henry
James nos expone, a través de su obra, que la única razón
de ser de la novela es que pretende representar la vida; es una impresión
personal y directa de la vida. Esto constituye su valor, que será mayor o menor
dependiendo de la intensidad de la impresión. Afirma que son motivaciones
sociológicas las que inducen a escribir novelas.
En este punto podemos decir que Wells tuvo sus
motivaciones sociales al ubicar todos los aterrizajes de las naves
extraterrestres en los lugares en donde él pasó su traumática y poco feliz
infancia. Brian Aldiss, otro escritor de ciencia ficción, habla sobre esto al
decir que lo que hizo su colega fue escribir La Guerra de Woking, en alusión al
lugar en donde ocurren todos los hechos bélicos relatados en el libro. En
realidad se trata de la región por la que Wells solía pasear en bicicleta:
todos los itinerarios del protagonista de la historia durante los ataques
marcianos están extrapolados a las propiedades de sus vecinos que Wells tuvo
ganas de aniquilar, según confesó en su momento.
Otro punto de vista de Henry James, de acuerdo a su
tesis, es que una novela es una cosa viva y continua como cualquier otro
organismo. En este caso podríamos decir que buena parte del mensaje de Wells, a
través de esta novela, sigue vivo más de un siglo después de que la escribiera.
Si bien es cierto que la Inglaterra victoriana ya ha desaparecido, la
naturaleza del hombre no ha cambiado cuando una situación excepcional lo libera
de las condiciones sociales en que el ser humano se transforma por completo.
Esto permite al lector generar su propia idea de la tragedia universal.
El acierto de Wells consiste en introducir lo
fantástico —los marcianos— en un escenario reconocible, la Inglaterra de principios
de siglo, lo que viene a ser, vista su biografía, como la introducción de la
imaginación y el aliento creador dentro de una formación científica y racional
como la suya. Las masas de gentes enloquecidas, egoístas e impermeables al
sufrimiento del individuo o del niño que tropieza y muere aplastado; aquellas
masas que para escapar de una pesadilla la agravan, nos muestran en su huida
una bajeza de la condición humana. Armado de sus conocimientos científicos,
Wells, crea en el primer capítulo una atmósfera en la que el hecho fantástico
se nos presenta tan real como la vida misma. Y además, como dice unos de los
personajes del libro:
¿Sería tan extraño
que los marcianos desearan invadir y someter a los humanos si tenemos en cuenta
que entre los hombres es casi un deporte la aniquilación de razas y la
ocupación de los territorios de los más débiles?
Por otra
parte el teórico ruso, Mijail Bajtín,
a través de su estudio sobre la novela “Crimen y castigo” de Fedor Dostovieski
postula que toda novela debe ser polifónica, es decir, al contrario de la
poesía, que es un ámbito cerrado, monológico y autoritario, la novela debe ser dialógica. Bajtín nos explica que
el discurso nace en el diálogo y se forma en una acción dialógica mutua con la
palabra del otro. El discurso conceptualiza su objeto gracias al diálogo. Bajtín
rechaza la concepción de un “yo” individualista y privado; el “yo” es
esencialmente social. Cada individuo se constituye como un colectivo de
numerosos “yo” que ha asimilado a lo largo de su vida, en contacto con las
distintas voces escuchadas que de alguna manera van formando nuestra ideología.
Por lo tanto es el sujeto social quién produce un texto que es, justamente, el espacio
de cruce entre los sistemas ideológicos y el sistema lingüístico. La historia
de Wells es polifónica dado que en el transcurso de la misma los diferentes
personajes van interactuando entre sí y con él mismo (su ideología).
Narrado en primera persona, y recordando
acontecimientos que ya han pasado, el personaje principal y su esposa van
conociendo en el transcurso de la trama al párroco, al artillero, etc., es
decir, todo un conjunto social que se realiza a través de un sistema
lingüístico.
Bajtín, por otra parte y a través de su ensayo,
aclara que toda novela se nutre de la parodia y el grotesco y que es el
constitutivo básico de la cultura popular. En la novela de Wells, si bien el
humor no tiene una presencia muy importante dado el carácter dramático de la
ficción, hay algunos ejemplos en que se nota claramente la sátira y la parodia.
Un ejemplo es cuando la fugitiva señora Ephistone parece ver a los invasores
marcianos tan malvados como a los franceses (recordemos que en esa época aún
estaba fresco el carácter imperialista de Napoleón Bonaparte). Otro ejemplo es
cuando el artillero, hombre común del pueblo, pegador y glotón, estereotipo de
la clase baja inglesa, acepta la derrota del hombre y niega el valor de la
cultura para vencerlos.
Por último, y a modo de cierre, nos remitimos a Georg Lukács y a los parámetros que utiliza
para clasificar a la novela. Lo hace de
tres maneras:
Primero, como exaltación del individuo burgués a
través de un ser excepcional que se mueve en un mundo realista, absorbido por
la orientación científica y materialista; segundo, cuando cumple las
características sociológicas de la desilusión, es decir, cuando la conciencia
del protagonista es demasiado vasta para adaptarse a la realidad social y,
tercero, cuando comprende su autolimitación, o sea cuando comprende y se
resigna a la realidad que le toca vivir.
Lukács afirma que la novela es un género
estructuralmente ligado a la ideología burguesa y que refleja la desintegración
social producida por la Revolución Industrial. A modo de comparación, “La
Guerra de los Mundos” podría encuadrarse en la tercera definición, es decir, en
donde Wells nos muestra al hombre enfrentado a una fuerza que no comprende; nos
muestra ese costado vulnerable del ser humano como una raza débil que es
sometida por el “Otro”, desmesuradamente poderoso e insensible.
Wells aludió elípticamente a las acciones coloniales
en África, Asia y América. La justificación de la conquista de pueblos fue
atribuida con total normalidad al Poder de la Razón. En este caso el héroe se
desdibuja ante la adversidad tal como propone Lukács al hablar de la
autolimitación del hombre.
Al enfrentarse las posturas de James, Bajtín y
Lukács con el texto de Wells, podemos dilucidar, como dijimos al principio, que
la estructura narrativa cumple sobremanera tales características para
considerarse una novela
Podemos encontrar la vida representada con sus
limitaciones y miserias, es decir, la vida misma (James) también la polifonía,
la parodia y el lenguaje social de diferentes estratos (Bajtín) y por último al
héroe avasallado por un poder que no comprende y lo desilusiona al no poder
cambiar el curso de las cosas (Lukács).
“La Guerra de los Mundos”, más allá de considerarse
una novela de género es algo más, es un verdadero estudio sociológico del ser
humano cuando es llevado al extremo de la incertidumbre en un destino que lo
pone continuamente a prueba.
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