Julio Florencio Cortázar, tal es su nombre completo, es considerado uno de los autores más innovadores y originales de la narrativa latinoamericana.
Nació en Bruselas el 26 de agosto de 1914 ya que
su padre, que era diplomático, fue designado a Bélgica en una misión comercial.
Cortázar diría de sí mismo que era “uno de esos cócteles producidos por la
inmigración”, haciendo hincapié en que tenía ascendencia vasca por línea
paterna y franco-alemana por línea materna. No obstante nunca se interesó en
investigar su árbol genealógico, lo que a él más le importaba era el hecho de
que sus padres hayan sido argentinos. Tuvo una hermana, Memé, que también nació
en Bruselas y que tomó como modelo para el cuento “Final de juego”, en el que
rememora sus días de la infancia en el que compartía con ella sus infatigables
y creativas ocurrencias. Luego de una estadía corta, de un año y medio en
Barcelona, a los 4 años de edad vienen a la Argentina en donde pasa gran parte
de su vida en Banfield. Cuando cumple 6 años su padre abandona el hogar. Éste
fue un duro revés para Cortázar que le provoca una infancia enfermiza, de
encierro y en la que se dedica exclusivamente a la lectura. A partir de ese
momento su vida transcurre en un ambiente femenino, su madre; su hermana; su
abuela materna y una prima de su madre, que harán que mucho de sus cuentos se
focalicen en un universo de mujeres que tan bien él conocía. Su madre tuvo mucho
que ver en su amor por la lectura y su posterior desarrollo en la escritura, ya
que lo estimulaba con libros de Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Julio Verne y
Louis Stevenson. A los 18 años obtiene el título de Maestro Normal y luego de
cursar un año en la Facultad de Filosofía y Letras se dedica a dictar clases
como profesor en los pueblos de Bolívar, Saladillo y Chivilcoy. Luego se
traslada a Mendoza y en la Universidad imparte cursos de literatura francesa.
Siempre tuvo una postura política e ideológica
afín con la libertad de pensamiento y de crítica a todo autoritarismo o censura
y en 1945 regresa a Buenos Aires ya que en Mendoza se siente perseguido por
haber integrado la toma de la casa de estudios, participando activamente en la
lucha universitaria. En esos años publica su primer cuento, “Bruja”, en la
revista Correo Literario. Este
cuento, como “Estación de mano”, publicado en la revista mendocina Égloga son anticipos de la temática que
después reaparecerá en su obra literaria. Ya instalado en Buenos Aires, publica
“Casa tomada” en Los Anales de Buenos
Aires, revista dirigida por Jorge Luis Borges, en el que también aparece el
cuento “Bestiario” que le da título al libro. En 1918 obtiene el título de
Traductor Público de inglés y francés que le causan severos síntomas neuróticos
por haber hecho en tan solo 9 meses lo que normalmente ocupa un tiempo de 3
años. Totalmente desencantado con el gobierno de entonces decide marcharse a
Francia en donde va a pasar el resto de su vida. Se casa con Aurora Bernárdez y
comienza la traducción de la obra de Edgar A. Poe para la Universidad de Puerto
Rico, considerada por la crítica como una de las mejores traducciones que se
hayan hecho del escritor estadounidense. En 1956 aparece en México su libro Final de juego con los cuentos “La noche boca arriba” y
“Axolotl” en donde se sumerge en los
misterios de la civilización azteca. Luego se edita su primera novela Los Premios. En 1962 aparece Historia de Cronopios y de Famas, 64
relatos cortos en donde desata una vertiente literaria influenciada por el
surrealismo, corriente artística que impregnaba todas las artes del momento y
que juega con las formas del lenguaje y el absurdo como en los cuentos:
“Instrucciones para cantar” o “Instrucciones para matar hormigas en Roma”,
entre otros.
En 1963 aparece lo que muchos consideran su obra
maestra, Rayuela.
Interesado en la Revolución cubana, Cortázar, se
compenetra en su condición de americanista y apoya los movimientos sociales, no
solo de Cuba, sino los de Chile y de Nicaragua. Como residente europeo es voz
activa en las revueltas del Mayo Francés de 1968 y su lema “la imaginación al
poder”, parece haber sido el leit motiv de toda su obra literaria. Luego vendrá
Último round, también publicado en
México en 1969 y Poemas y Meopas en
1971, un conjunto de textos escritos entre 1950 y 1957.
Con la publicación de “Prosa del Observatorio”,
en 1972, Cortázar retoma su fascinación por los seres acuáticos, como había
hecho en “Axolotl”, ya que en este texto realiza una analogía entre el mundo de
las estrellas con el mundo de los anfibios.
En 1973 publica su libro más polémico, Libro de Manuel, y dona lo recaudado por
derechos de autor a las asociaciones que luchan contra los regímenes
autoritarios. Una temática que prosigue en los siguientes títulos, Octaedro y Fantomas contra los vampiros multinacionales.
Es a
partir de la muerte de su segunda esposa, Carol Dunlop, (con quién escribió Los autonautas
de la cosmopista) que Cortázar cae en la tristeza y la soledad. No obstante
publica Deshoras, su último libro en
vida.
En 1983 visita Buenos Aires por última vez, el
mismo año en que le es otorgado, en Nicaragua, la Orden de Oro de Rubén Darío.
De vuelta en Francia, y ya muy enfermo, muere en el Hospital Saint Lazare, un
12 de febrero de 1984. Fue enterrado en el Cementerio de Montparnasse junto a
Carol Dunlop.
Mario
Vargas Llosa escribe en el prólogo a las Obras Completas de Cortázar: “Cortázar
era un escritor realista y fantástico al mismo tiempo. El mundo que inventó
tiene de inconfundible precisamente ser esa extraña simbiosis, que Roger
Caillois consideraba la única con títulos para llamarse fantástica. En su
prólogo a la Antología de literatura fantástica que él mismo preparó, Caillois
sostuvo que el arte de veras fantástico no nace de la deliberación de su
creador sino escurriéndose entre sus intenciones, por obra del azar o de más
misteriosas fuerzas. Así, según él, “lo fantástico no resulta de una técnica,
no es un simulacro literario, sino un imponderable, una realidad, que sin
premeditación, sucede de pronto en un texto literario. Recuerdo una larga y
apasionada conversación con Cortázar sobre esta tesis de Caillois, el
entusiasmo de Julio con ella y su sorpresa cuando yo le aseguré que aquella
teoría me parecía calzar como un anillo a lo que ocurría en sus ficciones”. (1)
El mismo Julio Cortázar cuando se refiere a su
poética nos dice: “Casi todos los cuentos que he escrito pertenecen al llamado
género fantástico por falta de mejor nombre, y se oponen a ese falso realismo
que consiste en creer que todas las cosas pueden describirse y explicarse, es
decir, dentro de un mundo regido más o menos armoniosamente por un sistema de
leyes, de principios, de relaciones de causa y efecto, de psicologías
definidas, de geografía bien cartografiada”. (2)
Los cuentos de Julio Cortázar atrapan desde las
primeras líneas al lector, quien generalmente acaba desconcertado. El mismo
autor plantea que el cuento nace por la ruptura de lo cotidiano, su tema actúa
como un imán en el lector y no utiliza ningún elemento al azar; cada suceso,
cada palabra tiene alguna razón para estar donde está. Es por ello que, si se
quiere acceder al sentido de lo leído —o a uno de sus sentidos pues todo texto
es una multiplicidad de ecos—, se debe leer con atención, develar algunas
interrogantes y establecer relaciones con otros discursos.
Además de cuentista, Cortázar fue un teórico. Sus
propuestas sobre el cuento en “Algunos aspectos del cuento”, nos dice que: “el
cuento, que es como una fotografía en la que se representa sólo un fragmento de
la realidad y que abre las puertas hacia una realidad más amplia, no se escribe
con leyes, sino con puntos de vista”
EL TÍTULO
Su título nos remite, de entrada, a un universo
exótico y lejano. El término axolotl proviene del náhuatl, lengua azteca, y
significa monstruo o perro de agua. Cortázar mismo nos informa a través de su
personaje: “los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una
especie de batracios del género amblistoma”.
Existe otra interpretación a cargo de Tatiana
Litvinenko que nos dice que el título es una asociación con el nombre de la
divinidad azteca Xólotl. Este dios de los gemelos y los monstruos desempeñó un
papel muy importante en la creación del quinto sol, el sol que, según la
cosmogonía azteca, es el actual. Xólotl que ofició de sacerdote ritual, mató a
los demás dioses y él no quiso morir. Se escondió transformándose en una serie
de objetos duales, cuya encarnación acuática y final —axolotl— fue descubierta
y eliminada por el sol. (3)
La palabra axolotl, y sobre todo la letra X, nos
remite a México, y algunos apartes del libro: “que eran mexicanos lo sabía ya
por ellos mismos”. Pero sobretodo nos evoca a la cultura azteca. Cortázar tiene
una fascinación por los mundos antiguos (el azteca) que irrumpen en la realidad
(“La noche boca arriba”, “El ídolo de las Cícladas”) seguramente como un
símbolo de la canibalización o metamorfosis de los personajes. El mundo azteca,
como los axolotl, son entes olvidados, residuos de otra época que contrasta con
la del personaje.
ARGUMENTO
“Axolotl” es uno de los relatos del libro de
cuentos Final de juego que más exalta
la angustia por la que el hombre pasa su soledad, su inmovilidad y el deseo del
reino milenario. Puede entenderse como un hombre que se convierte en un axolotl
mediante la insistencia de una comunicación; sin embargo, también puede
concebirse como una dualidad en que hombre y axolotl coexistieran como el
hombre y su otro lado, donde el paso de uno al otro signifique la inmersión del
individuo en sí mismo, una suerte de introspección profunda sustentada en una
misma conciencia.
El relato se mueve entre pausas descriptivas,
reflexiones, y la subordinación progresiva y mental del personaje a eso que
creía ver. Continúa acentuando la importancia de la interacción visual única
antes de la fusión, separación espacial previa a la unión, confluencia de
espacios cuyo único punto de contacto son los ojos y un cristal separador.
El momento, la forma en que se produce el cambio
o viraje no parece importar demasiado, pues es más relevante que el héroe
cuente con las dislocaciones cronológicas que impone su valoración de los
hechos y la influencia de unos sobre otros, el tránsito de un estado inicial al
estado o perspectiva desde los cuales se narra.
En éste, como en otros cuentos en donde existe el
programa narrativo del héroe, (que parte de la simple curiosidad por seres en
principio diferentes) varía en la sucesión de los eventos y aquí por ejemplo de
escudriñador de un mundo al cual no pertenece, ni por naturaleza ni por espacio,
y al cual observa a través de un elemento que aísla y separa, pasa a
identificarse con sus miembros en forma mental, para finalmente convertirse en
uno de ellos, sin que por ello pierda todos sus atributos precedentes. Hombre y
axolotl parecieran pertenecer a espacios y maneras de ser diferentes,
inconexas. Primero aquel se siente atraído por la semejanza que él cree que
éstos comparten consigo, así como por lo infinitamente perdido y distante que
los une. Luego se siente atraído por las cosas que cree descubrir en ellos: su
voluntad de abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad diferente, hasta
finalmente disfrutar la diferencia, la separación
Podemos decir que Cortázar parte de una
focalización que va de lo general: París, boulevard de Port Royal, Jardín des
Plantes, grupo de axolotl, hasta finalmente detenerse en un solo ejemplar que
aísla visualmente para conectarse. Se puede agregar que en todo el cuento el
narrador actúa, al principio, como observador, a la vez que es protagonista y
testigo de su propia metamorfosis.
Cortázar nos aclara desde el primer momento que
la historia se desarrolla en la primavera de Francia y, más específicamente, en
el Jardín des Plantes, una especie de Jardín Zoológico de París. El tiempo del
relato comienza, como sucede en los cuentos fantásticos, de forma
indeterminada: “El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera”. Los
hechos, en su conjunto, pudieron durar días, meses o años. El tiempo de cada
hecho varía entre las horas —durante las que el personaje observa al axolotl—,
o instantes, como el paso del hombre al axolotl. Este tiempo sin tiempo, nos
remite a lo mítico.
EL TIEMPO NARRATIVO
Hay tres espacios presentes en el cuento: las
calles de París (espacio abierto), la Biblioteca Saint-Geneviéve (espacio cerrado)
y el Jardín des Plantes, específicamente “el húmedo y oscuro edificio de los
acuarios” (espacio cerrado y predominante). El relato sugiere también una
sensación de claustrofobia dentro de ese espacio cerrado: “es que no nos gusta
movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos
damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros”.
La narración transcurre en un solo escenario
principal: la pecera en donde viven los axolotl. Toda la descripción de los
peces y esa especie de atracción que siente el hombre hacia ellos, y su
posterior transformación, ocurre siempre dentro del ámbito cerrado del acuario.
Es preciso mencionar que la ficción de la historia está montada en escenarios
reales, favoreciendo el verosímil de la obra.
El propio Cortázar nos cuenta lo ocurrido la vez
que visitó el acuario: “Yo fui al Jardín des Plantes y lo visité, a mí me
gustan los zoológicos. Y de golpe, en una sala como la que se describe en el
cuento, muy vacía y muy penumbrosa, vi el acuario de los axolotl y me
fascinaron. Y los empecé a mirar. Me quedé media hora mirándolos, porque eran
tan extraños que al principio me parecían muertos, apenas se movían, aunque
poco a poco veías el movimiento de sus branquias. Y cuando ves esos ojos
dorados…Sé que en un momento dado, en esa intensidad con que yo los observaba,
fue el pánico. Es decir, darme vuelta e irme, pero inmediatamente, sin perder
un segundo. Cosa que, naturalmente, no sucede en el cuento. En el cuento el
hombre está cada vez más fascinado y vuelve y vuelve hasta que se da vuelta la
cosa y se mete en el acuario. Pero mi huida, ese día, fue porque en ese momento
sentí como un peligro. Podemos romantizar la cosa, decir que un hombre
imaginativo se pone a mirar y descubre un mundo fuera del tiempo, esos animales
que te están mirando. Vos sentías que hay una comunicación, pero al mismo
tiempo es como si te estuvieran suplicando algo. Si te miran es que te ven, y
si te ven, qué es lo que ven. En fin toda esa cadena de cosas. Y de golpe tener
la impresión de que hay como una ventosa, un embudo que te podría embarcar en
el asunto. Y entonces huir. Yo huí. Y esto es absolutamente cierto; será un
poco ridículo pero es completamente cierto: jamás he vuelto al acuario del
Jardín des Plantes, jamás me voy a acercar a ese acuario. Porque yo tengo la
impresión de que ese día me escapé”. (4)
PERSONAJES
Un axolotl y un hombre son los únicos personajes
que atraen la atención del lector, a pesar de que hay otros que también cumplen una función. El hombre
recibe, de acuerdo al análisis sustancial, la categoría de protagonista, porque
él es el que realiza la acción –el axolotl permanece estático y, además, no
tiene conciencia propia, a pesar de que en torno a él gira el pensar del
hombre-; es un personaje denso, curioso por lo que lo rodea, tiene juicios
críticos; es un personaje individual porque posee motivaciones propias y
dinámico dado que desde un estado de ignorancia de los axolotl pasa a un
conocimiento de ellos, proceso en el que adquiere conciencia de sí mismo. De
acuerdo a este mismo análisis, el axolotl pertenecía a un grupo colectivo
formado por los nueve axolotl del acuario, pero gracias a la curiosidad del
hombre se convierte en un personaje individual: solo porque él lo aísla y lo
estudia. Cabe preguntarse por la importancia del guardia de los acuarios: se
asombra y alegra a la vez que el hombre paga por entrar al edificio de los
acuarios, se ríe porque “se lo come con los ojos”. Podemos esbozar una
respuesta a partir de lo que plantea Mercedes Rein: “Pero los cuentos tiene,
claro está, un trasfondo ideológico. Reflejan las obsesiones de un burgués
inadaptado (…) atracción y rechazo de lo monstruoso, que representa fuerzas
ocultas pertenecientes a un orden desconocido e inquietante” (5). Es decir que
el guardián de los acuarios puede representar a ese burgués que nos los muestra
como reflejo de la sociedad moderna.
No hay una descripción física del personaje
principal, sí lo hay del pez, que el narrador describe con lujo de detalles.
El cuento presenta un gran nivel de adjetivación,
funcional en la historia, pues de esa manera el narrador nos informa de sus
características físicas, a la vez que se adentra en la morfología de los
axolotl: “un rostro inexpresivo, sin otro rasgo que los ojos, dos orificios
como cabezas de alfiler enteramente de un oro transparente”.
Cortázar no apela en el texto a los aumentativos
o diminutivos excepto en algunos párrafos en que lo hace con el propósito de
presentar la delicadeza, más que la pequeñez, de la contextura de los peces:
“vi un cuerpecito rosado”, “solo las manecitas”, “le crecían tres ramitas rojas
como de coral” o en un caso único de aumentativo: “de una finura sutilísima”
En otros párrafos prefiere eludir las palabras en
diminutivo por un adjetivo: “diminutos puntos áureos”, “diminuto disco de oro
inexpresivo”.
El texto presenta un grado alto de polisíndeton
con conjunciones copulativas (y) en una manera de coordinar aditivamente un
párrafo con otro o con elementos análogos en una misma secuencia. Es un
refuerzo que realiza para dar una sensación de abigarramiento informativo: “Los
leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía”, “Los axolotl se amontonaba
en el mezquino y angosto piso de piedra y musgo del acuario”.
Cortázar utiliza innumerables imágenes visuales y
kinestésicas en todo el texto como una forma de expresar la descripción
detallada y obsesiva de los ejemplares acuáticos en su forma física y de
presentarlos como criaturas carentes de movilidad, estáticos, pensantes.
Como ejemplos de imágenes visuales se puede
remitir a toda la parte descriptiva del relato: “la boca estaba disimulada por
el plano triangular de la cara”, “a ambos lados de la cabeza donde hubiera
debido estar las orejas, les crecían tres ramitas rojas como de coral”.
En cuanto a las imágenes kinestésicas es
precisamente la ausencia de ella lo que da la sensación de inmovilidad, tanto
en el hombre como en el pez: “me quedaba horas mirándolos, observando su
inmovilidad”, “el tiempo se nota menos si nos estamos quietos”, “fue la quietud
lo que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl”
Todo el relato presenta una parsimoniosa
actividad, ya que desde el principio cuando se refiere a París que despertaba
luego de “una lenta invernada”, o cuando relata el movimiento en: “donde
burbujas corrían en el agua”, “el guardián tosía inquieto”, o cuando al final
del relato el personaje deja de ir a los acuarios, “ayer lo vi, me miró largo
rato y se fue bruscamente”, deja que el relato cobre velocidad de movimiento.
Todo es lento, hasta su metamorfosis se realiza casi sin ninguna reacción: “sin
transición, sin sorpresa”.
No hay un desarrollo importante en cuanto a
imágenes auditivas, excepto el de “silencio abisal”, o de olfativas, táctiles,
térmicas o gustativas.
El texto presenta algunas muy logradas
sinestesias como: “dulce, terrible luz”, “inmovilidad indiferente, diáfano
misterio” u “oscuros movimientos”, que realzan el cuento y le otorgan su
costado misterioso e inexplicable.
No hay metáforas recurrentes en el texto, solo
una al principio cuando dice: “París abría su cola de pavo real después de una
lenta invernada”, en donde demuestra que después del frío invernal, viene el
colorido de la primavera comparándolo con los colores de las plumas del ave.
Como comparación hay una muy destacada que
realiza entre los axolotl y los ídolos de piedra de la cultura azteca: “un
delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la
piedra rosa de la cabeza (…) que le daba una total semejanza con una estatuilla
corroída por el tiempo”.
Las enumeraciones están dadas dentro de la
detallada descripción como si fuese una relación cohesiva léxica parte-todo o
parte-parte, en donde el cuerpo del axolotl tiene: “ojos de oro”, “uñas
minuciosamente humanas”. “aletas transparentes”, “orejas con ramas rojas como
coral”, etc.
En cuanto al oro está nombrado de diferentes
modos: “ojos de oro”, “oro transparente”, “punto áureo”, “resplandor dorado”,
quizás como una manera del autor de relacionar dicho metal con el oro azteca
tan importante para esa cultura.
Axolotl describe un hecho normal (la visita al
acuario) que se desequilibra paulatinamente a medida que el protagonista se
compenetra en la cotidianeidad de los anfibios, desequilibrio que culmina con
lo que hasta ahora hemos denominado cambio de lugares. El hecho de que abunden
las descripciones permite armar una escena estática, donde la contemplación
hombre-axolotl prevalece al movimiento de los visitantes del acuario, aunque la
presencia de ellos era importante para el protagonista y nos remite, nuevamente
a la no gratuidad de los elementos en el cuento: “Les temía. Creo que de no
haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese
atrevido a quedarme solo con ellos”.
Al lector no se le permite acceder a la significación
total del texto: comprender qué ocurrió y por qué.
El desasosiego existencial se presenta con la
inquietud del vínculo que el protagonista vislumbra entre él y los axolotl, y
entre la humanidad y los axolotl: “desde un primer momento comprendí que
estábamos vinculados”. La búsqueda de este vínculo y la fascinación que
experimenta el hombre por los axolotl da la cualidad metafísica que posee la
literatura cortazariana. Podemos decir también que el narrador-protagonista
atiende al uso de la literatura como exorcismo.
Es importante destacar que la creación del texto
se menciona en la última oración del cuento: “Y en esta soledad final, a la que
él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros,
creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre nosotros”.
Existen diversas interpretaciones de “Axolotl”,
pues alude a metamensajes que va más allá de un simple cuento fantástico.
Una de las interpretaciones del texto consiste en
presentarlo como una “aversión a lo moderno, tanto al paradigma enajenado como
a lo que se enajena por la dualidad latente y por el anhelo del otro”. (6).
Cortázar mismo dice en un reportaje efectuado por Luis Harss que: “América
sigue viviendo entre dos mundos y los americanos continuamos soñando con París
o Londres, nuestras propias ciudades nos parecen un castigo”. (7). En la obra
maestra de Cortázar se busca solucionar este problema por medio de la figura
del puente metafísico que comunica a las personas así como los puentes físicos
comunican las ciudades apartadas y aisladas. “La comunicación es una defensa
contra la mediocridad”. (2)
Es así como entre el hombre y el axolotl se
establece un puente fatal con el que la comunicación desemboca en devenir para
cortar el puente cuando “lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su
vida de hombre”. El salto, el devenir axolotl, el ser axolotl sin dejar de ser
hombre: “Ahora soy un axolotl y si pienso como hombre es solo porque todo
axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa”, permite al
hombre americano volver a la América primitiva que aún no era tocada por lo
moderno, a la América de los aztecas. Cortázar mismo nos dice en el cuento:
“Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el
mundo había sido de los axolotl”
El personaje narrador se convierte en un axolotl,
pero no para que desaparezca lo humano que mira e intenta comprender, sino para
colocarse él en la perspectiva del otro y no de sí mismo; se invierten los
roles, se funden y se confunden: el axolotl convertido, nuevamente a través de
una acto tan visual y mental como los de los humanos, interpreta, piensa y mira
al hombre que a través del cristal observa. Cuando el personaje deja de ir a
los acuarios se rompe el puente de comunicación: “Pero los puentes están
cortados entre él y yo, porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl”.
Este hecho es relevante no solo porque refuerza la idea de los mundos
aparentemente fundidos, sino porque al contrastarla con el principio en el que
el personaje hace ver que no siempre fue un axolotl y que antes de serlo
pensaba mucho en ellos y ahora no, desliza la idea de la circularidad de lo
ocurrido, de la posible repetición de todo desde una nueva perspectiva, y a la
vez la misma, el mismo rol revestido de un personaje diferente: el del sujeto u
objeto pensante que se interesa por el otro, por lo diferente. El humano antes
pensaba en los axolotl, el axolotl convertido piensa en el humano. Con ello se
cuestiona no solo la relación que se establece mediante la diferencia, la
distancia y la focalización interna para ver lo externo, sino la resultante de
estos procesos, así como lo que se entiende por comunicación.
Existe otra interpretación muy interesante de
Tatiana Litvinenko de la Universidad Lingüística de Irkustsk, Rusia, en el que
postula: “Esa extraordinaria capacidad de metamorfosis y su adaptación al medio
ambiente que hace a los axolotl casi eternos, crean en el texto de Cortázar
unas metáforas siniestras y amenazantes basadas en su semejanza con la piedra,
a unas estatuillas con caras inmóviles e inexpresivas. Son testigos de algo
remoto, jueces crueles que atesoran el secreto de la abolición del tiempo y del
espacio, un modo de dominar el mundo. Los ojos de los axolotl, que destacan
especialmente en el texto por encima de otros detalles de su apariencia física,
son descritos por el autor como discos de oro transparente, sin iris ni
pupilas, inexpresivos pero terriblemente lúcidos. Sus rasgos principales
permiten compararlos con los discos simbólicos del Sol azteca, tanto más que
ambos discos solares requieren rituales de sacrificios humanos. Igual que el
Sol azteca, los axolotl devoran al hombre “por los ojos en un canibalismo de
oro”. El tema del sacrificio humano, reflejado en las imágenes fóbicas, en las
obsesiones del hombre “prisionero en el cuerpo del axolotl”, en una serie de
visiones de alguien que está “enterrado vivo” en una forma zoomórfica,
convierte al personaje de Cortázar en un doble del animal también predispuesto
para el sacrificio”(3)
Esta interpretación nos lleva indefectiblemente
al cuento “La noche boca arriba” en el que el protagonista es atrapado para
sufrir el ritual de sacrificio al dios Sol de los aztecas.
Por último hay, entre otras, la interpretación de
Antonio Planells de la Universidad de Howard, de Washington en donde dice que:
“El narrador enfrentado con el animal, toma conciencia de algo que escapa del
dominio de lo racional y espacio-temporal. Descubre, nada menos, que el axolotl
tiene un alma que es imagen y semejanza de la propia. Las manifestaciones
física y mental de esos dos seres guardan diferencias radicales, pero las dos
almas —una reflejo de la otra— reclaman intercomunicación. Y para que ello se
verifique, la metamorfosis parece ser la vía adecuada y obligatoria. Queda
entonces plantado el juego; el de la comunicación por metamorfosis. Dicho juego
carece de solución o salida, debido a que sus reglas encubren una trampa. La
búsqueda instintiva de comunicación (que supone la búsqueda del origen) a
través del camino de la gradual metamorfosis, si bien arrastra al hombre y al
animal a la mutua unión, los dos quedarán finalmente atrapados por tratarse de
seres de distintas jerarquías (física y mentalmente incompatibles). Al
enfrentarse, ambos toman conciencia de que poseen algo en común y que ese algo
los identifica, más allá de las barreras física y mental” (8)
En definitiva, el cuento “Axolotl” plantea muchas
y variadas interpretaciones, que pasan por la comunicación de dos especies
afines con un origen en común, a pesar de sus diferencias; con la búsqueda de
la espiritualidad en un ámbito silencioso y aislado de las interrupciones de la
vida moderna; con el darse cuenta que a pesar de haber desaparecido una
civilización tan poderosa y milenaria como la azteca aún sigue su influencia en
nuestro mundo, que su impronta queda latente a través de la magia y que puede
llegar a nuestra conciencia por medio de un encuentro fortuito con sus
criaturas. Aún persiste, en una reflexión desesperada, una letanía que dice: “Sálvanos, sálvanos”.
BIBLIOGRAFÍA
(1)
VARGAS LLOSA, Mario. 1996. La trompeta de Deyá.
Prólogo a Cuentos Completos /1 Cortázar. Buenos Aires. Alfaguara.
(2)
CORTÁZAR, Julio. 2004. Obra Crítica/2. Buenos
Aires. Suma de Letras Argentina. www.alfaguara.com/ar/
(3)
LITVINENKO, Tatiana. 2011. La Luna y el Sol como
elementos poéticos en Julio Cortázar. Universidad Lingüística de Irkutsk.
Siberia. www.hispanismo.cervantes.es
(4)
PREGO, Omar- 1985- La fascinación de las
palabras. Conversaciones con Julio Cortázar. Barcelona. Muchnik Editores.
(5)
REIN, Mercedes. 1967. Julio Cortázar: el escritor
y sus máscaras. Montevideo Diaco.
(6)
VERGARA FERNÁNDEZ, Viviana. 2011. Latinoamérica y
el devenir en Axolotl de Julio Cortázar.
www.vivivergaraf.comuv/apuntes/literatura/axolotl.pdf
(7)
HARSS, Luis. 1966. Julio Cortázar o la cachetada
metafísica. Los Nuestros. Buenos Aires. Sudamericana.
(8)
PLANELLS, Antonio. 1976. Comunicación por
metamorfosis: Axolotl de Julio Cortázar. Anales de literatura hispanoamericana.
Universidad Complutense. Madrid.
cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/06/aih_06_1_147.pdf
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