La novela es, como todos sabemos, un género en donde cada hecho, cada transformación de los personajes no aparece aislada del resto como en el cuento. Como dice Mario Benedetti “En la novela la versión es total, se discriminan los hechos, se los ubica inescrupulosamente en la historia y escrupulosamente en la fantasía, se analizan los pensamientos desde fuera y desde adentro, desde el testimonio de quién asiste a su eclosión y desde la mente que los genera; cada peripecia, cada proceso, cada historia tiene raíces en el pasado, proyecciones en lo venidero, es un mero resorte que, al igual que en la vida, se conecta aquí y allá con otras peripecias, otros procesos, otras historias. Desde sus orígenes hasta el presente, la novela quiere parecerse a la vida, quiere ser vida por sus cuatro costados”. Es una equivocación suponer que la nouvelle es una novela corta o un cuento largo como se lo quiere definir. No es una cuestión de extensión, sino de estructura narrativa. La nouvelle es como sigue diciendo Benedetti: “Un trozo de vida, pero rodeada convenientemente de pormenores, de antecedentes, de consecuencias. Así como la palabra que define el cuento es la peripecia, la que parecería definir la nouvelle es el “proceso”. Al hecho, al estado de ánimo, al simple retrato, que en el cuento aparece a modo de instantánea, se les agrega aquí su evolución (parcial, naturalmente, ya que la evolución total cabe en una estructura de novela). Es decir, que cuando la ficción corta efectivamente la realidad, ya estamos enterados (o nos vamos a enterar a renglón seguido) del ambiente, del carácter, de las condiciones especiales en que ese corte se produce. El cuento actúa sobre el lector en función de la sorpresa; la nouvelle recurre a la explicación. Naturalmente, la perspectiva es otra”.
Ahora bien,
teniendo en claro las diferencias entre novela, cuento y nouvelle, cabe preguntarse qué es el folletín, término utilizado
por Manuel Puig para subtitular su libro “Boquitas Pintadas”.
El género surgió en el Romanticismo francés cuando las clases burguesas experimentaron la necesidad de una literatura escapista, de consumo masivo y de bajo costo. Las primeras entregas (tal como titula Puig a los capítulos de su libro) comenzaron a salir en los periódicos de la época como pequeños cuadernillos o folletos (de ahí el nombre de folletín) que se sucedía cada día y cuya acción terminaba en suspense para suscitar la curiosidad del lector. Podemos decir que “Boquitas Pintadas” reúne elementos del folletín, pero no en su totalidad. Por un lado no salió en forma de entregas sino en forma de libro, podemos entender que el autor utilizó esta valoración para su texto porque, como en el folletín, se da cuenta de la temática amorosa (al estilo Corín Tellado) (1) a los engaños y adulterios y a una estructura narrativa propia del epistolario romántico.
1) María
del Socorro Tellado López, escritora española, autora de más de 4000 títulos
del género novela romántica.
UN NUEVO ESTILO
Manuel Puig, escritor argentino nacido el 28 de diciembre de 1932, en General Villegas, tuvo el privilegio de que a su narrativa la consideraran como una de las primeras manifestaciones de arte pop (2). Esto fue lo que dijo Claude Fell en Le Monde a propósito de la publicación de “Boquitas Pintadas”, en 1969: “El folletín al servicio de la vanguardia” y Michael Wood de The New Yorker Review of Books lo comparó con Gustave Flaubert y James Joyce.
En este trabajo trataremos de
descubrir cómo Puig hizo uso de las vanguardias estéticas para desarrollar su corpus
literario, y esta novela en particular.
Puig con “Boquitas Pintadas” fue
uno de los autores que logró quebrar el orden establecido de la narración canónica
apelando a todos los lenguajes posibles: el cine (primero y principal), el
folletín (consecuencia lógica de su amor por el cine del Hollywood de los años
50), las artes plásticas (el recurso del kitsch)
(3) la música (preponderante a lo largo de la historia y en cada comienzo de
las sucesivas entregas) y el collage literario (propio del cubismo (4) que comenzó
de la mano de Apollinaire y sus caligramas en la década del 60).
Si bien la vanguardia europea tuvo
sus discípulos en América Latina de la mano de J. L. Borges con el Ultraísmo (5),
Alejo Carpentier con el cubismo o Diego Rivera y Julio Cortázar con el
surrealismo, lo que hizo Puig fue tomar elementos de cada uno de ellos y
amalgamarlos en un pastiche literario (6) que fue lo que provocó que lo
compararan con el “Ulises” de Joyce ya que, como en el libro del escritor
irlandés, encontramos en Puig los diferentes recursos literarios propios de las
vanguardias europeas, encadenadas, como dijimos al principio, con las
diversificaciones que proporcionaba el arte pop.
(2)
El Arte pop es un
importante
movimiento artístico del siglo XX que se caracteriza por el empleo de la
cultura popular tomadas de los medios de comunicación, tales como anuncios
publicitarios, comic books, objetos
culturales mundanos y el mundo del cine.
(3) La
palabra se origina en el yidis etwas
verkistchen (Lit, algo sentimental). Con respecto a Puig, se suelen
utilizar indistintamente los términos kitsch
y camp ligado el segundo con la
recuperación o el remedo de aquello que alguna vez tuvo valor estético. Ambas
categorías guardan relación con la cultura pop.
(4)
Movimiento artístico que dio pie al
resto de las vanguardias europeas del siglo XX. Fue el poeta francés
Apollinaire quién lo adaptó a la literatura buscando recomponer la realidad con
la mezcla de imágenes y de conceptos tomados al azar.
(5)
Ultraísmo: movimiento literario nacido
en España en 1918 con la declarada intención de enfrentarse con el modernismo
que había dominado la poesía en lengua española desde fines del siglo XIX.
(6) Técnica
utilizada en literatura consistente en la imitación de diversos textos, estilos
o autores en una misma obra.
DE GENERAL VILLEGAS A
CORONEL VALLEJOS
Manuel Puig sufrió en su niñez y adolescencia lo que en psicología se conoce, por obra y gracia del libro “Madame Bovary” de Flaubert, bovarismo (7), es decir, un estado de insatisfacción crónica producido por el contraste entre sus ilusiones y aspiraciones y la realidad que suele frustrarla.
Su padre, Baldomero
Puig, atendía un fraccionamiento de vinos en la parte delantera de su casa; su
madre, María Elena Dolledonne estaba diplomada en Química y fue quién le
transmitió a Manuel su afición por el cine. Su pueblo natal, General Villegas,
transliterado como Coronel Vallejos, sería el escenario para su primera novela:
“La traición de Rita Hayworth” y de la novela que nos ocuparemos: “Boquitas
Pintadas”.
La primera película que
vio Puig de la mano de su padre, que lo dejó en la cabina de proyección a los 4
años, (porque en la sala lo aterraba la oscuridad) fue, valga la paradoja, “La
novia de Frankestein” de Boris Karloff con Elsa Lanchester como protagonista. A
partir de allí todos los días, excepto los martes y viernes, asistía con su
madre al Cine Teatro Español, único en el pueblo. Desfilaron ante sus ojos todo
el cine argentino de la época que se mechaba con el de Hollywood (su preferido)
y comenzó su admiración por esas estrellas que luego interpolaría en sus
novelas como heroínas de barrio que sueñan con un mundo de fantasía. Eleanor
Powel, Ginger Rogers, Greta Garbo, Marlene Dietrich y Norma Shearer fueron
parte de su vida pueblerina. La ilusión de un mundo plagado de comedias
musicales se enfrentaba con la rutina de un lugar que empezaba a aborrecer.
Debido a que en General
Villegas no había secundario, sus padres lo trasladaron a la ciudad de Buenos
Aires. A partir de allí comenzó el aprendizaje de todo lo que su pueblo no le daba
a conocer: la literatura (Hesse, Huxley, Sartre, Mann), el cine (Marilyn
Monroe, Gloria Swanson) e incursionar en Arquitectura, primero, y luego en
Filosofía y Letras.
Con una beca del
Instituto Dante Alighieri viajó a Roma para estudiar cine. Allí, según dijo él
mismo, “Hollywood era una mala palabra,
la imaginación, el enemigo número uno del cine, la obra de autor, una
blasfemia”. Era la época del neorrealismo en el cine, movimiento que estaba
en las antípodas del gusto de Puig. Al año siguiente se trasladó a Londres y
luego a Estocolmo. Más tarde se mudó a Nueva York en donde empezó a escribir lo
que sería luego su primera novela: “La Traición de Rita Hayworth” y que en
Francia fue considerada una de las mejores novelas del año. Su siguiente
novela, “Boquitas Pintadas”, se presentó como un folletín en 16 entregas y
convirtió a Puig en un escritor de renombre en Argentina.
(7) Este
término fue utilizado por primera vez por el filósofo francés Jules de Gaultier
en su estudio: Le Bovarysme, la
psycologie dans fouvre de Flaubert (1892).
PUEBLO
CHICO, INFIERNO GRANDE
En el libro “Boquitas Pintadas”, Manuel Puig realiza un fresco irónico y mordaz sobre la vida en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Para esto inventa un lugar ficcional (Coronel Vallejos) que actúa como teatro de operaciones para ironizar con sarcasmo su propio pueblo natal, General Villegas. La novela narra en forma desordenada, mediante la analepsis y prolepsis, un triángulo amoroso entre Juan Carlos Etchepare, Nélida Fernández y Mabel Sánchez. Como en todo pueblo cerrado y lleno de prejuicios con las apariencias, las acciones se desenvuelven en forma secreta y sesgada. Los personajes sufren dentro de ese infierno de pasiones y traiciones. Juan Carlos luego de romper su relación con Mabel se traslada a Córdoba para curarse de la tuberculosis. La muerte de Juan Carlos, que se anticipa en la primera página, y la muerte de Nélida muchos años después, en el final del libro, encierran varias historias entrecruzadas de mentiras, engaños e hipocresía. Si ,como dice Irene Klein en su ensayo “La Narración”, narrar supone un modo de representar el mundo y que todo relato nace de la necesidad del hombre de ordenar el mundo real y de darle sentido, Puig lo lleva hasta sus últimas instancias, es decir, retrata de una manera abrumadora y realista la vida de un pueblo de provincia (su propio pueblo) a la manera del realismo de Flaubert (8) y, lo ordena a su manera, o sea, desordenando la historia para que uno mismo pueda ordenarla después de haberla leído en su totalidad. Por otro lado Puig aclaró que lo que le gustaba hacer en sus novelas era mostrar la complejidad de la vida cotidiana, el subtexto de las tensiones sociales y las pasiones que subyacen a cada uno de nuestros actos. Para Ricardo Piglia, el gran tema de Puig, como ya dijimos, es el bovarismo. “El modo que la cultura de masas caduca los sentimientos. El cine, el folletín, el radioteatro, la novela rosa, el psicoanálisis: esa trama de emociones extremas, de identidades ambiguas, de enigmas y secretos dramáticos, de relaciones de parentesco exasperadas sirve de molde a la experiencia y define los objetos de deseo”. Lo que consigue Puig, y en esto se centra nuestro trabajo, es que toma todo este universo social y realiza una mezcla de estilos discursivos utilizando la instrumentalización de la oralidad, la multifocalización, el multiperspectivismo narrativo, la utilización del silencio en los espacios en blanco (herencia de Mallarmé) (9) para lograr una nueva interpretación de la novela tradicional.
(8) El
subtítulo de “Madame Bovary” es: Costumbres provincianas.
(9) Poeta
y crítico francés, antecedente claro de las vanguardias de principios del siglo
XX. Creador del impresionismo literario en el que decía que el verso no debía
componerse de palabras, sino de intenciones, y todas las palabras borrarse ante
la sensación.
Es decir, que se vale de las
corrientes de vanguardia para recrear lo que hasta ese entonces era la novela
decimonónica y, en su forma despectiva, lo que estaba pasado de moda.
Daniel Link, en una nota aparecida
en la revista Ñ, hace un análisis particular en el sentido de comparar a “Boquitas
Pintadas” con “La dama de las camelias” (10), en un par de inversiones: el
que posee la enfermedad fatal no es, como en la novela de Dumas, una mujer (Margarita Gautier),
sino un hombre (Juan Carlos) pero su efecto es igualmente devastador.
La novela está ambientada en los
años de la transformación de la tuberculosis de enfermedad mortal en enfermedad
de clase, entre 1935 y 1947, que son las fechas de escritura del diario de Juan
Carlos (a sus 17 años) y los de su muerte (a los 29). La novela focaliza su
atención en 1937, cuando ejerce su acción más devastadora sobre las
mujeres de Coronel Vallejos, y en 1947, cuando la fatalidad se le vuelve en
contra. Link, siguiendo su análisis sobre el libro, nos dice: “en esta novela de mujeres, la vida y la
enfermedad de Juan Carlos son tan poco interesantes, que Puig apenas si se
detiene en ellas. Lo demás, pareciera, no es sino la rutina de una existencia
reducida a mínimo entre una carta y otra”.
La segunda inversión que conviene
destacar con “Boquitas Pintadas” es, según Link, el cuento “Las puertas del cielo
“de Cortázar. La diferencia está dada que en “Las puertas del cielo” (11),
Celina no es la que muere por esa enfermedad, sino su hermano, mientras ella continúa
ejecutando maldades contra las otras mujeres de Juan Carlos.
Hasta aquí la historia de Puig. A
través de una historia ya tomada por otros autores, (Dumas y Cortázar en el
caso de la muerte por tuberculosis) o el triángulo amoroso (“Cumbres
Borrascosas” de Emily Bronte, “Anna Karenina” de Tolstoi o “El amante de lady
Chatterley” de D. H. Lawrence) nos
propone otra visión que está tamizada y fragmentada por los recursos de la
vanguardia lo que trae aparejado una nueva visión plagada de una catarata de
intertextualidades dadas por las diferentes corrientes artísticas.
(10) Novela
de Alejandro Dumas que retrata la vida de Margarita Gautier, joven cortesana de
París que mantuvo distintas relaciones con grandes personajes de la vida social
hasta que muere por la tuberculosis que venía arrastrando desde hacía tiempo.
(11) En el cuento “Las puertas del cielo”, Cortázar
narra la muerte de Celina (el mismo nombre que el personaje de “Boquitas
Pintadas”) de tuberculosis.
OTRA
NARRATIVA
Veamos, a modo de ejemplo, lo que dice en la portada de la primera
edición del “Ulises” de James Joyce, ya que fue este autor con quien
identificaron a Puig.
“En
la literatura, y concretamente en la poesía, el texto se realizaría a partir de
la simultaneidad y la yuxtaposición de imágenes. Se rompió tanto con la
estrofa, la puntuación, la métrica de los versos como la sintaxis, alterando
por completo con la estructura tradicional de las composiciones (por ejemplo,
en el “Finnegans Wake” o en el final de “Ulises” de Joyce). Surgió el caligrama
o poema escrito de modo que formara imágenes, con el objeto de acabar con la
tóxica sucesión del hecho escrito o leído”.
Podemos deducir de esto que la narrativa
de Puig se basaba en estos principios: en la destrucción de la narración
canónica. Como el pasado no le servía tenía que buscar un arte que respondiera
a esta novedad interna que el personaje estaba viviendo, crear un punto de
vista en donde el narrador comienza a ser múltiple; un vínculo estrecho entre
el ambiente y los gustos del personaje y lo que es más notorio, no era el
tiempo cronológico el que tenía importancia, sino el anímico. De esta manera
comenzó a tomarse en cuenta el aspecto emocional, pues se limitaba a sugerir
para que el lector complete; Puig comenzó a exigir presencia de un lector
atento que fuese desentrañando los hechos presentados y fuese armando
inteligentemente las piezas de la novela. Como diría Cortázar: “es necesario
sacudir al lector, alterarlo, acabar con su ingenuidad porque en él perduran la
inercia y lo caduco”. El narrador se enmascara a través de una narración que se
ejecuta a través de la utilización de distintos registros discursivos. Como
dice Daniela Oróstegui Iribarren en “Boquitas Pintadas o el objeto impuro del
deseo”, las estrategias textuales de las
vanguardias como las de la posmodernidad se dan cita en esta novela. Mas
adelante continúa: la intertextualidad
asume una doble forma: una en el
diálogo del texto con otros textos y el que se da al interior de los personajes
con los textos del contexto de la diégesis (12), los personajes incorporan otros textos que aún siendo un lector que no
conociera el texto con el que se mezcla, sin embargo advierte el
“entrecomillado” que representa una apropiación y reciclaje de los géneros
llamados menores.
(12) El
mundo ficticio en que ocurren las situaciones y eventos narrados.
En
otras palabras, lo que hace Puig es utilizar distintas técnicas narrativas para
darle un nuevo giro a una temática trillada y decadente (la novela rosa y
costumbrista ya caída en desuso). Genette (13) alude a este tema al decir que
toda escritura por más personal que sea, es siempre el eco de otras voces. La originalidad
es un concepto borroso y limitado; en un sentido estricto nadie es ya original,
es impensable después de tantos siglos de escritura.
Por
eso, Puig, para tratar de ser novedoso, se apropia de la fragmentación propiciada
por el Dadaísmo (14) que fue fundada
por Tristán Tzara y cuyo mayor exponente fue André Bretón. Esta particularidad
se manifiesta en las entregas que a modo de capítulos van sucediendo en la
novela. Comienza con la muerte de Juan Carlos aparecida en una revista mensual
llamada “Nuestra vecindad”. De allí sigue con una serie de cartas escritas por
Nené y dirigidas a la madre de Juan Carlos. De allí, hay un salto temporal al
pasado (analepsis) en el que se describe minuciosamente un álbum de fotografías,
un dormitorio y una agenda, para pasar, luego (mediante una prolepsis) al
futuro. Es el lector quien tiene que ir recomponiendo los fragmentos para
entender la historia el hilvanar quién es quién en la trama.
Otra
escuela vanguardista que Puig pareció adoptar para su libro es el Fauvismo. En pocas palabras lo que los
fauvistas proponían es que mediante el color se podían expresar sentimientos.
En el libro de Puig hay una alusión directa a este postulado.
La
primera parte de la novela se titula “Boquitas pintadas de rojo carmesí” y la
segunda “Boquitas azules, violáceas, negras”.
La
transición del rojo carmesí al azul sugiere el paso del tiempo, y muestra cómo
se oscurecen o alejan cada vez más los sueños de las mujeres de la novela. La
primera parte de la novela es la felicidad, la pasión, los amoríos secretos e
inconfesables (rojo carmesí) y la segunda, la pérdida, el desengaño, la
envidia, el asesinato y la muerte (azul, violeta y negro).
Cabría
hacer una alusión a los colores elegidos por Puig, ya que poseen una carga
significativa muy interesante. El rojo carmesí da la pauta de que todas las
mujeres de la historia encuentran en esta primera parte de la novela la pasión
(Nené, Mabel, la viuda Di Carlo y Raba), pero ¿qué significan los colores de la
segunda parte?
(13) Teórico
francés de literatura y poética. Uno de los creadores de la narratología y
quién adoptó el término bricolaje y creó el del palimpsesto. Términos que
aludían a hacer algo nuevo con lo viejo (bricolaje) y en el que decía que toda
obra está contaminada por otra anterior (palimpsesto).
(14) Movimiento
cultural que se caracterizó por rebelarse en contra de las convenciones
literarias y artísticas.
Todo
hace suponer que lo que Puig quiso dar a entender es cómo la pasión del
principio se va muriendo sumida en la tristeza y la melancolía. El color azul
simboliza este sentimiento de cómo se enfría esa pasión, pero a la vez parece
darles a los personajes femeninos un manto de piedad (15), por otra parte el
violeta (que es una mezcla entre rojo y azul) parece sugerir el punto
intermedio que las lleva al negro absoluto que simboliza la muerte de la pasión
y no la física, ya que la única que muere es Nené.
Si
mediante el Fauvismo podemos interpretar a Puig, es con el Cubismo en donde él toma sus manifiestos de forma categórica. Lo
que plantea este movimiento es que los textos se basan en la simultaneidad de
percepciones, (diferentes puntos de vista para un mismo acontecimiento) recuerdos,
conversaciones fortuitas, intuiciones, etc., lo que provoca un collage literario. Este recurso exige el
cultivo de la asociación de pensamientos antes que el de la frase lógicamente
correcta. Produce un mosaico caótico, una enumeración de datos (visual y
espacial) que alude al lenguaje cinematográfico. Tomemos un ejemplo de
asociación de pensamientos por parte de Nené en la Cuarta Entrega de la novela:
“Después de secarse olió sus manos y se tranquilizó,
pensó en que Juan Carlos no había querido ir más a bailar al Club Social los
domingos a la tarde prefiriendo llevarla al cine, pensó en que no tenía ninguna
otra amiga en el Club, pensó en Celina, en sus ojos verdes, pensó en los gatos
de ojos verdes, pensó en la posibilidad de hacerse amiga de un gato, amiga de
una gata, sobarle el lomo, pensó en una gata vieja con sarna, cómo curarle la
sarna, llevarle de comer, elegir el plato más bonito de la alacena y llenarlo
de leche fresca para una vieja gata sarnosa (…)”
O en la Octava
Entrega cuando narra el traslado de Juan Carlos de Córdoba a Coronel Vallejos. Lo
realiza sin utilizar verbos, sólo a través de una sucesión de objetos:
“…el colectivo, el barquinazo, la polvareda, la
ventanilla, el campo, el alambrado, las vacas, el pasto, el chofer, la gorra,
la ventanilla, el caballo, un rancho, el poste, el telégrafo, el poste de la
Unión Telefónica, el respaldo del asiento de adelante, las piernas, la raya del
pantalón, el barquinazo, las sentaderas, el chicle, la ventanilla, las vacas,
el pasto, los choclos, la alfalfa, un sulki, una chacra, un almacén, una casa
(…)”
(15) En
la tradición antigua cristiana, el color azul es el color de la piedad y el
cielo. Por ello a la Virgen María (en la novela está muy presente la religión católica)
se la representa tocada con un manto azul.
Por
último podemos aludir al Expresionismo
como una manera de cerrar este apartado.
Entre
los principios de esta corriente artística se señalan: la reconstrucción de la
realidad, la relación de la expresión literaria con las artes plásticas y la
música y la expresión de la angustia del mundo y de la vida a través de novelas
y dramas donde se habla de las limitantes sociales impuestas a la libertad del
hombre. Puig, a través de su transposición de su pueblo natal a la ficción, lo
que hizo fue retratar crudamente esa realidad. Una realidad en donde la
hipocresía de las clases diferenciadas por el estatus no hace más que angustiar
a unas y a otras. Las clases bajas por no poder pertenecer a la altas, y éstas,
por tener que conservar su decoro y buen nombre en pos de una moral que los ata
y los lleva, en forma oculta, al adulterio y, en última instancia, al crimen.
El caso de Mabel es claro a este respecto cuando escribe mediante el seudónimo
“Espíritu confuso” a la sección Correo del corazón de la revista Mundo
femenino.
“Querida
amiga: hace más de un año que compro esta revista y siempre leo su sección, por
lo general apasionante. Pero no me imaginé que un día tendría que recurrir a su
consejo. Tengo dieciocho años, soy maestra recién recibida, y mis padres tienen
una posición desahogada. Me ama un muchacho bueno pero de incierto porvenir. Es
muy joven todavía, y puede cambiar, pero mi familia no lo quiere.”
O los pensamientos de
Raba con respecto a su condición social:
“Pensó en
los consejos de la patrona. Según ésta las sirvientas no debían dejarse
acompañar por la calle ni bailar más de una pieza en las romerías populares con
muchachos de otra clase social. Debían descartar ante todo a los estudiantes, a
los empleados de banco, a los viajantes, a los propietarios de comercio y a los
empleados de tienda. La señora Aschero olvidó incluir en la lista a los hombres
casados. Le recomendaba en cambio a cualquier muchacho bueno, trabajador,
palabras con las que designaba a los obreros de toda índole.”
La mezcla de instancias
narrativas en la novela guarda relación con la contaminación estética que se
produce en la mezcla de géneros discursivos y formas de narrar. A este respecto
es que Myrna Solotorevski se ha referido a la novela “Boquitas Pintadas” como
paraliteratura, es decir, aquella que incorpora géneros menores con
características literarias producto, como ya vimos, de las influencias de las
vanguardias literarias. Si bien existen otras corrientes (surrealismo,
existencialismo, etc.) las expuestas son las que se considera más relevante en
el trabajo lingüístico de Puig.
David
Gallagher, en una crítica sobre “Boquitas Pintadas” realizada en el New York Time Book Review, dice: Puig hace con el folletín lo que Borges
logra con el género policial (16);
ambos toman géneros gastados, regidos por
reglas estrictas que el lector entrenado conoce y espera, y los invierten
totalmente. Puig no quiere estar sujeto a una autoridad que le dicte las normas
bajo las que su escritura debe darse. Por ello subvierte las reglas de juego y
parodia el género, hiperbolizando algunas características e invirtiendo otras,
como el final feliz.
El
mérito de “Boquitas Pintadas” está en relación directa con la aceptación de una
amplia franja de lectores. La relación con el mal gusto, con los lugares
comunes, con un concepto convencional y melodramático de la belleza, en suma,
con las bajas manifestaciones de la cultura de masas, se hace evidente como
lenguaje cercano y familiar, mediante al cual accede a un tipo de literatura
susceptible de ser llamada experimental.
Roland
Barthes fue muy claro el decir que “son
innumerables los relatos existentes. Hay en primer lugar, una variedad
prodigiosa de géneros, ellos mismos distribuidos entre sustancias diferentes
como si toda materia le fuera buena al hombre para confiarle sus relatos: el
relato puede ser soportado por el lenguaje articulado, oral o escrito, por la
imagen, fija o móvil, por el gesto y por la combinación ordenada de todas esta
sustancias; está presente en el cine, las tiras cómicas, las noticias
policiales, la conversación”.
(16) Jorge
Luis Borges fue un entusiasta defensor del género policial. Junto a Adolfo Bioy
Casares propusieron a la editorial Emecé una colección de novelas policiales, a
la que llamaron “El Séptimo Círculo” (porque en “la Divina Comedia” de Dante
Alighieri es el círculo de los violentos) en donde seleccionaron (entre 1945 –
1956) 139 cuentos policiales, en su mayoría de autores anglosajones con
excepción de “Los que aman, odian” de Bioy Casares y Silvina Ocampo, para su
publicación. Es de destacar, también, que Borges y Bioy Casares crearon la figura de
un tal H. Bustos Domecq para incorporarlo como personaje de ficción en varias
novelas policiales escritas en colaboración, entre ellas: “Seis problemas para
Isidro Parodi”, “Un modelo para la muerte”, “Crónicas de Bustos Domecq” y
“Nueve cuentos de Bustos Domecq”. El nombre de Bustos Domecq es la unión del
apellido del bisabuelo materno de Borges y del apellido de la abuela paterna de
Bioy.
LA MÚSICA COMO ELEMENTO
AGLUTINANTE
La música constituye un elemento clave para estudiar la configuración discursiva de la novela. Pues si, a primera vista, la obra tiene la estructura basada en el tango, por los epígrafes a lo largo de sus capítulos llamados entregas, también la participación del bolero es importante en esta obra.
Ya
desde el título de la novela, Manuel Puig, hace alusión a un tango. A modo de collage, las estrofas de tangos y
boleros aparecen a lo largo de toda la novela como un vitral que pinta con los
colores de la pasión o el desengaño. “Boquitas Pintadas” hace alusión a una
estrofa del tango de Gardel y Le Pera: “Rubias de New York”. Si bien los personajes
femeninos de Puig no son rubias y menos de New York parece que Puig alude, más
allá del título estético, a la parte que dice “cabecitas adoradas que mienten
amor”, o “frágiles muñecas del olvido y del placer”, eso es lo que parece decir
Puig de sus criaturas (Nené, Mabel, Celina y Raba).
Guillermo
Cabrera Infante, escritor cubano, nos
aclara al respecto en un trabajo sobre Manuel Puig: “Tanto el tango como el bolero tiene letras románticas que hablan de
las mujeres y del amor, aunque el tango linda un poco más a la violencia y la
sensualidad, lo cual le es propio, pues, no olvidemos que esta música está
ligada a sus orígenes de arrabal y a las bajas pasiones del machismo; mientras
que el bolero es más romántico e idílico”.
Los
epígrafes que utiliza Puig para presentar cada entrega no son frases tiradas al
azar; cada una de ellas nos remite a la historia que está precediendo. A modo
de music-hall, el telón se abre con
una estrofa de tango o bolero. Puig se vale de este recurso utilizándolo para
dar el contexto preciso a manera de un tema musical, herencia inmediata de la
vanguardia pop.
En
la Primera Parte encontramos ocho entregas. Comienza con “Cuesta abajo”
(Gardel-Le Pera) sigue con “Charlemos” (Rubinstein), “Rubias de New York”
(Gardel-Le Pera), “Volvió una noche” (Gardel-Le Pera), nuevamente “Rubias de
New York”, “Cuesta Abajo”, “Arrabal amargo (Gardel- Le Pera) y “Volver” (Gardel-
Le Pera).
En
la Segunda Parte comienza la novena entrega con “Cuesta abajo”, sigue con
“Melodía de arrabal” (Gardel- Le Pera), “Volvió una noche”, “Mi Buenos Aires
querido” (Gardel. Le Pera), “Azul” (A. Lara) y “Volver”
Pero
la música no está sólo presente a manera de epígrafes. Dentro del texto, Puig,
apela a la interdiscursividad (17) para recrear la historia como si fuera una
comedia musical. A modo de ejemplo podemos citar los siguientes
(17) Según
César Segre (filólogo italiano) el término interdiscursividad abarca todo un
sistema de referencias heterogéneas: discursos literarios, cinematográficos,
musicales, científicos, pictóricos, etc., en torno al cual está construida gran
parte de la narrativa contemporánea.
En
una de las cartas que le manda Nélida a la madre de Juan Carlos, a raíz de su
muerte, le envía un recorte de la revista “Nuestra Vecindad”, en donde aparece
la nota dedicada a la celebración del Día de la Primavera de 1936, en que ella
y Juan Carlos bailaron un vals vienés de fin de siglo. Aquí convendría
detenernos un poco ya que Puig, en este caso, apela también a la intertextualidad
(18) con un texto de Flaubert. En el libro del escritor francés, Madame Bovary
baila un vals con el vizconde que, tal como ocurre con Nené, le transforma la
visión del mundo que tenía hasta entonces. Es un punto de inflexión para sus
vidas futuras. Nené lo dice claramente en su carta: “Ahí empezó todo” y Emma
Bovary lo recordará por siempre: “Para Emma, pues, el recuerdo de aquel baile
fue una ocupación (…) algunos detalles se le borraron, pero le quedó la
añoranza”.
Existe
otro paralelismo entre las acciones de Emma Bovary y, en este caso, con el
personaje femenino que encarna Mabel.
“A las 23:37
estaba cómodamente instalada y en condiciones de iniciar la lectura de las
revistas “Mundo Femenino” y “París Elegante”. Empezó por esta última. Pasó
rápidamente las páginas correspondientes a modelos para deportes y para calle
(…) Páginas más adelante aparecían los modelos para cocktail. Mabel los observó pero tampoco logró interesarse. A
continuación un pequeño artículo le llamó la atención: el lenguaje de los
perfumes. La especialista francesa recomendaba para la mañana frescas lavandas
que habrían de avivar el interés del hombre por la mujer; para la tarde
temprano –en recorridas por museos y algún alto para el té- fragancias más dulces, creadoras del
sortilegio que se habría de acrecentar a la hora del cocktail- seguido de cenas a
la luz de candelabros en un club nocturno”.
Emma Bovary sufre de la
misma nostalgia por algo a lo que no puede acceder:
“Se
suscribió a “La Corbeile”, periódico para mujeres, lo mismo que al “Sylphe des
Salons”. Devoraba sin digerir nada, todas las reseñas de estrenos, de carreras
y de recepciones, se interesaba por el debut de una cantatriz, por la apertura
de unos grandes almacenes. Conocía las nuevas modas, la dirección de los buenos
sastres, los días de Bois o de Ópera”.
(18) Julia
Kristeva afirma que cada texto está construido como “un mosaico de citaciones”,
lo que implica el reconocimiento de la intertextualidad como un fenómeno que se
encuentra en la base del texto literario. “Todo texto es la transformación de
otro texto”, ha dicho Kristeva.
Siguiendo con la
música, no todo es tango y bolero en “Boquitas Pintadas”. Puig en la Entrega 16
nos sumerge en las Romerías populares, en donde se encuentran La Raba y Pancho.
En esta escena podemos imaginarnos la música de fondo: el tango “Don Juan”; el
vals “Desde el alma”; el pasodoble “El relicario”; la habanera “Tú” y la
ranchera “Mi rancherita”.
En
la Segunda Parte, a tono con el dramatismo de las ocho entregas finales, la
música deja de estar presente dentro del texto. Solo sigue en pie a modo de
epígrafes. Hay solo una excepción, en la Entrega 11, cuando Raba escucha un
tango por la radio mientras realiza el trabajo de sirvienta en la casa de
Mabel. En este caso Puig entrelaza las estrofas del tema con los pensamientos
de Raba.
Existe otra alusión (esta vez a la letra del bolero
“Perfidia”) en la última parte del libro, cuando Nené decide ir a visitar a la
viuda Di Carlo a Córdoba. En este caso Nené se imagina con quién estará Juan
Carlos después de muerto en una especie de surrealismo onírico en el que cae
durante el viaje. El bolero, de Armando Manzanero, es afín con lo que piensa
Nené en ese viaje.
“Juan
Carlos, si puedes tú con Dios hablar, que olvidarte no pude te responderá,…la
vida, con sus platos sucios y pañales y los besos de otro que debí esquivar
¿pretendió la vida de ese modo tu amor borrar? Ja, ja…pero tú, quién sabe hacia
adónde irás, quién sabe a cuál de tus ex novias hoy elegirás…”
Mientras que el bolero
dice así:
“Mujer,
si pides tu con Dios hablar, pregúntale si yo alguna vez te he dejado de
adorar. Te he buscado dondequiera que yo voy y no te puedo hallar, para que quiero
tus besos si tus labios no me quieren ya besar. Y tú, quién sabe por dónde
andarás, quién sabe que aventuras tendrás, que lejos estás de mí”
En esta misma entrega
Puig apela a una de las vanguardias menos presentes en toda la novela (el
surrealismo). Una corriente que no aparece más que en dos partes, pero de
manera sobrecogedora. Una cuando Nené viaja a Córdoba para visitar a la viuda
Di Carlo.
“Lo
mejor del cielo? Muy pronto los ángeles me lo han de mostrar ¿adónde me llevan?
La tierra abajo quedó, eclipse de vida en la tierra, las almas ya vuelan hacia
el sol, eclípsase el sol de repente y es negro el cielo de Dios. A lo lejos un
clarín se oye ¿anuncia que quién mucho ha amado por ser más querido no habrá de
temer? Tinieblas sin fin del espacio, y los ángeles ya sin mí no están (…) La
gente falleció, los cuerpos tiesos de mis familiares abajo quedaron, aquel que
pellizcarse quisiera para de un posible sueño despertar en vano intentaría con
sus dedos de algodón o de nube la piel tocar ¡pues toda carne se volatilizó!”
La otra parte donde apela al surrealismo
onírico es cuando Juan Carlos tiene pesadillas en un sueño inquieto y
afiebrado. Es curioso que dentro del sueño, Juan Carlos, escucha la voz del
profesor de latín (compañero de la habitación 14 del Hospital) que le remite a
esas imágenes surrealistas muy parecidas a las de Nené en cuanto al contexto.
“piense Juan Carlos, que hermosa la idea de
este río Leteo donde se dejan los malos recuerdos, esas almas avanzan con paso
inseguro, todo les recuerdo pasados tormentos, ven el dolor donde no existe,
porque lo llevan dentro, y a su paso lo van volcando, manchándolo todo (…) las
almas salen de esas negras cavernas expiatorias y ángeles luminosos les indican
un río de aguas cristalinas. Las almas se acercan temerosas (…) los huesos
están huecos y no pesan, se levanta viento y los arrastra para arriba, vuelan huesos por el aire, el viento los arrastra con
tierra y hojas y otras basuras (…) las almas finalmente se ungen en las aguas,
cegadas por un velo de penas que les ocultaba todo, pero ahora elevan sus miradas y ven por primera vez la faz del
cielo. Arranque Juan Carlos su velo de penas, puede ocultarle los cielos más
claros”.
(19) Los
títulos e intérpretes que aparecen en la historia no están puestos
inocentemente por Puig. La actriz Dolores del Río de “El lancero espía” estaba,
según su biografía, orgullosa de su origen aristocrático y viajaba a todas
partes con un enorme legajo en el que conservaba documentos notariados que
certificaban la nobleza de su linaje familiar (deseo de Nené de pertenecer a
una clase alta). La película “Entre bastidores” es un film sobre mujeres. Habla
de aquellas que luchan por realizar un sueño y que están dispuestas a un largo
sacrificio hasta conseguir lo que quieren o, en algún caso, hasta sentir que su
ser no aguanta más el largo proceso de frustraciones que les han salido al paso
(esa es la vida que parece llevar Nené estando ya casada). “El secreto de
Pompadour” está basada en la vida de la cortesana francesa Madame Pompadour,
amante del rey Luis XV (el deseo de Nené es ser la amante de Juan Carlos). “La
casta Susana” narra la historia en un pequeño pueblo de principios de siglo
(hay una analogía con “Madame Bovary”) en que Susana es distinguida con el
título de la mujer más virtuosa de la localidad. El premio consiste en unos
días de estancia en Biarritz adonde la dama tiene que marchar sola porque su
marido debe acudir a unas maniobras militares (sería el gran deseo de Nené de
ir en busca de Juan Carlos, además de saberse casta con respecto a él).
“Saratoga” fue actuada por la máxima representante de la chica mala del cine de
los años 30, pero no en la línea de femme fatale tradicional y aburrida, sino
el de una chica vulgar que no oculta su adicción al sexo (Puig elude el nombre
de Clark Gable, quizás para destacar la analogía entre la actriz y Nené; ambas
rubias y con deseos ocultos). “Los Candelabros del emperador” trata sobre la
vida de la Baronesa de Orczy y su salvación, por parte de Pimpinela Escarlata,
de ser guillotinada por la Revolución Francesa (Nené le dice en una carta
dirigida a la madre de Juan Carlos que su matrimonio con Massa es una tortura y
que hubiera deseado quedarse con Juan
Carlos como su príncipe azul).
Tal como dijimos
en cuanto a que la estética pop fusionaba en forma omnívora todo tipo de
discursos (cine, televisión, pintura, etc.) formando así un compendio de
intertextualidades, en “Boquitas Pintadas” aparece también el radioteatro. En
la Decimotercera Entrega, Nené y Mabel escuchan un episodio de “El capitán
herido” y anticipan “La promesa olvidada” para el mes siguiente. Los diálogos
del radioteatro se entremezclan con los de Nené y Mabel, así como en la
Undécima Entrega se mezclaba la letra del bolero que pasaban en la radio con
los pensamientos de Raba. Como dice Arcos Herrera: “Puig utiliza la inclusión de múltiples formas escriturales para ir
armando a retazos la diégesis”.
Más allá de la
incursión del cine como paratexto en sus libros, Puig pudo ver realizada su
fantasía de ver sus propias historias en el cine. La versión fílmica de
“Boquitas Pintadas” fue filmada por Lepoldo Torre Nilsson en 1975 (20). Sigue
el hilo de la historia y mantiene la estructura circular (empiezan y terminan
con la lectura de un obituario) y cerrada (los personajes principales han
muerto). Cabrera Infante en su análisis de la película puntualiza su
disconformidad con el tratamiento que hizo Torre Nilson: “Las divisiones de las entregas, tan marcadas en la novela, no son bien
definidas en la película. La novela tiene estrategias narrativas innovadoras
que le dan una rapidez muy moderna y una frescura que no se siente en la
película homónima. La película es una verdadera novela rosa, sentimental, de
esas donde Puig logra hacer la sátira con los elementos experimentales y
modernos de su novela, los cuales invierten los patrones tradicionales del
género”.
Todos estos
temas forman parte de la intertextualidad de la novela y la película, obras en
que verdaderamente y como lo explica Laura Zavala: “todo está conectado con todo, que es la característica principal de la
cultura contemporánea”.
Por otra parte,
ambos productos culturales están conectados por un inmenso intertexto entre las
dos obras artísticas, comete apropiaciones y carnavalizaciones, sigue a través
de los folletines que vienen desde Honoré de Balzac; toca los tangos más
arrabaleros de Alfredo Le Pera; hace referencias a las telenovelas, a las
radionovelas, a los boleros de Agustín Lara y a todos los melodramas y comedias
musicales de Hollywood en una collage que, como un caleidoscopio, nos muestra
todas las facetas posibles del lenguaje.
(20) Tres
libros de Puig fueron llevados al cine: “Boquitas Pintadas”, por Lepoldo Torre
Nilsson, “El beso de la mujer araña”, por Hector Babenco y “Pubis angelical”, por
Raúl de la Torre. En la versión fílmica de “Boquitas Pintadas” Alfredo Alcón
encarnó el papel de Juan Carlos, Luisina Brando el de Mabel, Marta González el
de Nené, Isabel Pisano el de Celina, Raúl Lavié el de Pancho y Leonor Manso el
de Raba.
EL NARRADOR
INVISIBLE
¿Quién es el narrador en “Boquitas Pintadas”? Eso fue lo primero que se planteó Juan Carlos Onetti cuando formó parte del jurado de Primera Plana en donde Puig había presentado su libro para el concurso. “Después de leer el libro de Puig”, dijo Onetti, “sé cómo hablan sus personajes, pero no sé cómo escribe Puig, no conozco su estilo”. Si bien esto puede parecer una crítica a un tipo de narrador ausente, debe considerarse un elogio a un estilo que Puig lo hizo con total conocimiento de causa. En “Boquitas Pintadas” el narrador se enmascara a través de una narración que se ejecuta por medio de distintos registros discursivos. Da la sensación de que la historia “se cuenta sola”. El narrador se presenta mediante la transcripción de acciones y testimonios. Como dice Daniela Iribarren: “La noción de préstamo discursivo es importante en la novela. Éste, intertextual, se encuentra relacionado tanto en la tradición cultural de los mass-media de los años cuarenta y cincuenta, como con la oralidad popular”.
De todos modos,
Puig, aparece, aunque muy de vez en cuando y en forma casi invisible, como un
exquisito narrador que no todos pudieron valorar en su momento. Por ejemplo en
el comienzo de la Decimotercera Entrega, cuando Nené va a visitar a Mabel
después de muchos años sin verse:
“Era una tarde de otoño. En esa calle de Buenos
Aires los árboles crecían inclinados. ¿Por qué? Altas casa de departamentos de
ambos lados de la acera ocultaban los rayos del sol, y las ramas se tendían
oblicuas, como suplicando, hacia el centro de la calzada…buscando la luz. Mabel
iba a tomar el té a casa de una amiga, elevó su mirada a las copas añosas, vio
que los troncos fuertes se inclinaban, se humillaban.
Tal vez un vago presagio asió su garganta con guante
de seda, Mabel entre sus brazos estrechó un ramo de rosas y aspiró el dulce
perfume”.
La historia se
relata en una forma cronológica desordenada. No hay sólo una forma de relator,
sino que se hace de maneras diferentes, mediante cartas, actas, recortes de
diarios, etc. No hay un relator que nos cuente la historia, sino que leemos los
trozos de papeles recolectados. Vemos lo que ya pasó; no estamos presentes
durante el desarrollo de la acción. Los ejemplos claros se ponen de manifiesto
cuando los hechos se narran a partir del álbum de fotografía de Juan Carlos:
“escena campestre bajo un algarrobo, tendido en el
pasto un mantel de platos con milanesas, huevos duros, tortillas y frutas, al
fondo muchachos y muchachas en actitud de esparcimiento, sentados en el pasto
junto al mantel una muchacha de pelo negro corto y ondulado que se adhiere al
rostro de óvalo perfecto (…) y un muchacho de pelo castaño claro, camisa
abierta por donde asoma el vello del pecho, amenazando con un tenedor empuñado
como daga el plato de milanesas”.
O de la agenda:
Domingo 9, Santa María
Goretti. Falté
cita Misa, imperdonable. La piba más linda del mundo plantada por un desgrasiado. Día entero en casa
encerrado, escusa tos. La verdad de
la milanesa: ¡qué lindo es dormir hasta las doce!
Lunes 10, San
Felipe, mártir.
¡La vi! Se creyó el cuento de mi hermana ¡gracias Celina! “Se ve que sos serio,
preferís quedarte el domingo en casa para curarte del resfrío y trabajar el
lunes”. Se ve que sos presiosa…
Vivian Giménez
en su ensayo “Desafío a la autoridad” comenta
que: “estas voces aparentemente
particulares de los personajes de Puig no son sino ecos de otras voces de
diferentes medios; se acentúa así el deseo de anonimato. Hay una
desmitificación del narrador omnisciente que domina el texto, lo paternaliza y
ve más allá de todos nosotros”.
La desaparición
del autor y la mezcla de voces nos hace pensar en un paralelismo con las
películas hollywoodenses de la década del cuarenta, conocidas como de Serie B:
se trataba de cintas producidas por encargo, totalmente comerciales, en las que
el ritmo de rodaje vertiginosos no daba tiempo para elaborar libretos
memorables y que era más bien una mezcla de citas, lugares comunes y diálogos
previsibles. El nombre del autor no importaba. Aquí el narrador solo existe a
través de lo que muestran los objetos de los personajes o de sus pensamientos
con respecto a los otros.
En los momentos
en que la acción, de ser narrada desde un narrador tradicional, requeriría
mayores descripciones y desarrollos explicativos, Puig opta por la crónica directa,
el monólogo interior, las cartas o el expediente judicial. Monólogos interiores,
una nota necrológica en un diario, cartas entre los protagonistas, y a una
revista femenina (una de ellas destruida antes de enviarse) descripciones de
objetos y de lugares, agendas, diagnósticos médicos, expedientes policiales,
demandas judiciales, actas y un aviso fúnebre son los narradores en el libro de
Puig.
La tercera
persona de carácter omnisciente aparece entre estos narradores indirectos en
forma de pensamientos:
“Mabel sentía todos los nervios de su cuerpo adormecidos,
entibiados, protegidos por vainas de miel o jalea, los roces y los sonidos le
llegaban amortiguados, al cráneo agradablemente hueco, lleno sólo de aire
tibio”.
O de acciones
que se asemejan a un guión de cine:
“Sentada en la cama, Nené queda un momento en
silencio esperando oír pasos de su esposo, detrás de la puerta cerrada. El
silencio es casi total, el tranvía de la calle corre por sus rieles. Abre la
puerta y lo llama. No hay respuesta, Va hasta la cocina y allí lo encuentra
leyendo el diario. Le reprocha que no le haya contestado. Él a su vez se queja
de que lo moleste siempre que lee el diario”.
Puig también
opta por los diálogos de una forma casi cinematográfica en el que los personajes
solo hablan sin ninguna acotación del narrador o en su defecto las acotaciones
la hacen los mismos personajes desde sus pensamientos.
“-¿Se puede? el
estómago me revuelve
-Sí, pase por favor. La estaba esperando. qué arreglada se vino la petisa
-Qué lindas tiene las plantas…pero la casa da asco”
Es decir que en
los diálogos los propios personajes nos hacen descubrir una parte de la
historia, es decir que vamos junto con ellos. Viviana Giménez nos aclara al
respecto: “Las obras de Puig están
plagadas de personajes muy afectos a la conversación. Sin embargo, ¿qué es lo
que realmente están comunicando? Muy poco. Hablan para no hablar. El recurrir a
la oralidad no implica lograr una real interacción. Esa apariencia de diálogo
que constituye el intercambio de lugares comunes está en realidad ocultando el
vértigo al verdadero diálogo en el que se diga algo. Se teme al enfrentamiento
que obligue a la verdad. Lo vemos cuando los personajes se manifiestan de un
modo determinado en presencia de otros, mientras que sus pensamientos o diarios
íntimos revelan otra realidad”.
Bajtín (21)
habló de novela polifónica, desmitificando así el concepto de autor como
mensajero de una voz única y original. Según Bajtín, casi todas las novelas pueden
ser consideradas polifónicas; en ellas se observa una mezcla de voces en un
mismo nivel (tanto consciente como subconsciente) y en el libro de Puig esto se
percibe claramente en cuanto las voces de los personajes interactúan con sus
pensamientos como en la Décima Entrega.
(21) Se
reconoce a Mijail Bajtín por la aportación de una monografía sobre la obra de
Fedor Dostovieski en la que descubrió el concepto de polifonía del discurso, es
decir la pluralidad de voces autónomas.
“-Buenas
tardes, no la había visto. el pie de la
uñas pintadas asoman de la chancleta, piernas flacas, ancas grandes
-Buenas tardes
-Perdone que ande por este tapial, que si no ponemos
una antena no oímos la radio y los
presos se me van a andar quejando. los presos no ven nunca una mujer
-Y usted también querrá escuchar, no diga que no…negro barato, le brillan el cuello y las
orejas, se lava para blanquearse
-Para qué voy a decir que no… ¿Le saco los más
maduros, nomás, o medio verdes también? mi
uniforme de gabardina y botas que brillan
-No, maduritos nomás, otro día yo vengo con un palo
y volteo los que se hayan puesto más morados. me los como, uno por uno, y me tiro en el jardín, no me importa que me
piquen los bicharracos del pasto”.
Josefina Ludmer
(22) habla de cuatro relatores en “Boquitas Pintadas”: el que presenta
documentación ya escrita sin opinar (copista); el que acota después de las
cartas y ve cada mínimo gesto o intimidad de los personajes (relator objetivo);
el que hace constar horarios, ordenando y clasificando estereotipadamente
(relator objetivo clasemático); finalmente, la excepción del narrador subjetivo
en la Decimotercera Entrega, que se mimetiza con lo que se transfiere.
En definitiva en
“Boquitas Pintadas” lo que existe es una estructura plagada de narradores
indirectos que van armando la historia como si fueran fragmentos de una gran
vidriera rota y vuelta a armar.
(22) Josefina
Ludmer, crítica literaria, publicó dos trabajos sobre la narrativa de Puig:
“Boquitas Pintadas. Siete Recorridos” en la Universidad de Chile (1971) y “Puig
y Sarduy” en Clarín (1993).
LOS FRAGMENTOS
DE PUIG
A modo de conclusión podemos decir que Puig utilizó, de manera consciente o no, todas las corrientes estéticas posibles para producir una obra que fue vanguardista en el sentido de romper viejos estereotipos de la narrativa que se estaba produciendo en esos momentos. Si bien El boom latinoamericano fue la corriente que rompió con todas las estructuras narrativas, Puig, no está considerado dentro de dicho fenómeno, a pesar de haber publicado en dicha época. Su obra está considerada vanguardista en el sentido de apropiación de todos los recursos posibles que pudo rescatar del arte pop, del kitsch, y de toda corriente estética que incluía al cine, al radioteatro, las novelas románticas, la música y el teatro, en cuanto que el boom latinoamericano (también llamado realismo mágico) utilizaba la desmesura y una preocupación estilística de mostrar lo irreal y extraño como algo cotidiano y común. Esto no pasa en las novelas de Puig en donde la realidad se muestra en toda la crudeza e hipocresía de una sociedad decadente y supersticiosa.
Roxana Paez nos
puntualiza desde su libro “Manuel Puig, del pop a la extrañeza”: “son los años en Buenos Aires y Nueva York,
entre otras cosas, del pop, recibido por algunos como un nuevo dadaísmo. Pero
además son años de apogeo de la circulación de discursos teóricos que hacen la apología o la crítica del
consumo, de la cultura de masas, de la estructura del mal gusto. Esto no indica
que la novela haya seguido a la teoría sino que hubo una atmósfera propicia
para dicha experimentación”.
Podemos terminar
con una cita del libro que muestra hasta que punto Puig hizo uso de todas las
vertientes artísticas, y puso en boca de Pancho lo que él realmente pensaba de
la literatura. Un guiño que es todo un símbolo de la época en general y de Puig
en particular.
“Pancho le mostraba una pila de ladrillos rotos
inservibles que se devuelven al horno para ser triturados y vueltos a cocer,
Pancho le explicaba que en una construcción no se desperdicia nada”
En donde los
ladrillos inservibles actuarían como la metáfora de un estilo literario perimido
que hay que volver a triturar y volver a cocer para que los ladrillos (los
párrafos) resultantes sean mejores que los anteriores, aunque en la fábrica de
ladrillos (como en la literatura) todo sirve, nada se desperdicia.
Folletín y
experimento de vanguardia, proximidad y distancia, cine y literatura, letras de
tango y boleros sentimentales se traman imperceptiblemente desde el comienzo
hasta confundirse por completo en la última escena, uno de los grandes cierres
novelísticos de la narrativa contemporánea: las cartas de amor de Juan Carlos
se queman en el tubo negro de un incinerador y la mirada inverosímil de una
cámara recorre los pedazos de papel que se encrespan en el aire antes de
consumirse en el fuego. Los puntos suspensivos entre las frases de amor hacen
las veces de llamas.
“…ya mañana termina la semana…” “…que desconfiara de las
rubias ¿qué le vas a consultar a la almohada?....” “…unas lagrimitas de
cocodrilo…” “… ¿al cine?
¿quién te va a comprar los chocolatines?...” “…nada de malas pasadas porque me voy a
enterar…” “…te
besa hasta que le digas basta Juan Carlos…”
INDICE
El cuento, la novela, la nouvelle y el folletín
Un nuevo estilo
Avant-garde
De General Villegas a Coronel Vallejos
Pueblo chico, infierno grande
Otra narrativa
La música como elemento aglutinante
El cine de oro
El narrador invisible
Los fragmentos de Puig
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