Hoy anduve un rato por
tu casa, pero así, prácticamente desmelancolizada, sin tristeza ni humedad en
los ojos anduve, entre tus cosas, revisando, mirando un poquito. Di con el
cajón lleno de papelitos y cositas que tenés ahí, ese que tiene todo tipo de entradas
de cine, invitaciones, cartitas, cositas, miles de cartitas mías, con
boludeces, tantas boludeces por escrito, la reconstrucción de una historia de
la estupidez, prácticamente, de la pavada, de la bobería. Y después cuadernos,
todos empezados y nunca completados, con solo algunas cosas escritas, unas
pocas, en una letra tensa. Eran pensamientos bajados frenéticamente, eso me
pareció, que habían sido escritos en momentos de emoción, de arrebato, por la
letra, porque era la tuya pero modificada, no como la del colegio, no como la
de las cartas, llena de tachaduras, errores y arrepentimientos, volviendo sobre
tus pasos, sobre tus palabras. Acá era todo de corrido, sin volver atrás, como
si ni siquiera hubieses releído, por más errores que hubiera. Escribías
sensaciones o sueños, no sé, cosas. Pero no era eso, no era lo que escribías lo
que me sorprendió, incluso recordaba algunas de esas situaciones, supongo que
me habías contado alguno de esos sueños. Lo raro es el tono, el cómo. Eso es lo
raro. No hablabas así. Tampoco escribías así, no cuando le escribías a alguien,
a mí por ejemplo. Son líneas llenas de angustia, de rabia, de odio casi, muy
severas, con vos, con todo, pero sobre todo con vos. Tan severa con vos misma,
madre mía, qué voluntad. Igual fue un hallazgo bastante feliz, quiero decir:
estuvo bien. Te digo que primero me dio una extrañeza tremenda y angustia, de
pensar que no te conocí realmente, aunque no, aunque eso sea una ridiculez
también, porque vaya que te conocí, quién mejor que yo. Eso mismo fue lo que me
gustó también, que hubiera cosas tuyas que yo no había llegado a conocer, eso
me gustó, que no me hubieras dado todo, o mostrado, que hubiera cosas que te
habías guardado para vos. Mirá que resultaste taimada.
Algo así como que quieren esparcir tus cenizas. Algo como que quieren esparcirte.
Algo así como que quieren esparcir tus cenizas. Algo como que quieren esparcirte.
Acá huele seco, a
hierba, a hierbajo, a montaña y heno, huele a sur, un olor que apenas se deja
percibir de tan seco que es, tan seco que casi impide la constitución, la
posibilidad de un olor, de un aroma. Esta ausencia de humedad, esta succión,
este frío, de verdad podrían llevarte a la locura, inducirte. La humedad, lo
húmedo, hace que las cosas funcionen, se aglutinen, establezcan contacto. Con
una larga exposición a estos fríos y a este seco, a estos fríos secos, las
conexiones tarde o temprano dejan de funcionar y entonces te quiero ver con las
centrales nerviosas, con los nervios, arreciados, con este desierto detrás de
la frente.
Pulsión de muerte, eso
me da, eso me dio siempre; pulsión de muerte. Algo así como un punto medio
entre querer evitar y necesitar ir. Saber, escuchar, qué conviene/convendría
retirarse y sin embargo no poder realmente, no poder evitarlo, e ir ir ir, como
imantada, como imantada por algo.
Lo mismo que me atrae
es lo que me deprime, ese es el dilema. Lo que me gusta me deprime, o me
deprime lo que me gusta, no sé muy bien, no sé en qué orden.
¿Y vos?, me dijo
entonces, quería saber en qué andaba yo, si estaba escribiendo, que muy poco le
dije, que no tenía mucho tiempo en realidad, que el combo
facultad-trabajo-novio no me dejaba mucho tiempo para mí. Y eso me hizo un poco
de gracia, lo de tiempo para mí, si todas esas cosas, novio-estudio-trabajo,
eran mías, eran yo, qué curioso que me refiriera, a todo, como cosas, como
actividades que me alejaban o —por lo menos— distraían de mí misma. Me callé.
Me quedó dando vueltas eso después. Tiempo para mí, qué habré querido decir con
eso, a qué me habré referido exactamente con tiempo para mí.
Romina Paula nació en
Buenos Aires, donde hizo sus estudios en teatro. Como escritora publicó
las novelas ¿Vos me querés a mi? (Entropía, 2005),
Agosto (Entropía, 2009) y Acá todavía (Entropía, 2016),
y diversos cuentos en antologías. Como dramaturga y directora de teatro estrenó
las obras Si te sigo, muero (basada en textos de Héctor Viel
Temperley, 2005), El tiempo todo entero, Algo
de ruido hace y Fauna.
También participó como
actriz en numerosas películas argentinas como El estudiante (2011), Viola
(2012), La princesa de Francia (2014)
y El cielo del centauro (2015), entre
otras.